Lovesick Boys © || Bakukami

| 2. ιт'ѕ jυѕт a тeenage parтy |

❝ Deja de pensar,
¿Qué es lo difícil en esto?
Bésame como si fuera
una mentira, como si fuera
tu último amor.❞

Blackpink | As If It's Your Last

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¿Qué tan horrible es mi apariencia como para que alguien tan indiferente como Bakugō se preocupe por mí lo suficiente como para invitarme a una fiesta? O mejor dicho, arrastrarme a una.

Tampoco tenía muchas opciones, en palabras del mismo conductor a mi lado, podía quedarme encerrado en el auto de mi ex-novio y seguir sintiendo pena por mi mismo o aceptar la invitación de un desconocido con pésima reputación que podría venderme al bajo mundo. Esas fueron sus propias palabras.

Por suerte me permitió ir en busca del resto de mis cosas en su auto, como mi otra mochila, la que pertenecía a la academia y estaba casi vacía de libros aparte de un par de cuadernos en blanco, un estuche de lápices de colores pastel y mi uniforme deportivo.

En algunos de los bolsillos de la mochila encontré un pequeño estuche de maquillaje que no fue destrozado en uno de mis ataques de ira, pude aplicar un poco de rubor en mis mejillas y delinear mis ojos. Hice todo aquello ante la mirada intrigada de Bakugō que divagaba entre mi rostro y el camino ante sus ojos, supongo que los chicos no están acostumbrados a ver a otro chico maquillarse, algo que parece ser exclusivo para las chicas y uno de los motivos por los cuales solían burlarse en el pasado.

Bueno, tampoco es necesario mirar dos veces a Bakugō Katsuki para saber que era la viva imagen estereotipada de un chico malo con aire de “hombría” con mucha testosterona. Deportista, rudo, sueño de muchas chicas por su aura tan varonil y con ciertas tendencias a pelear por cualquier motivo.

Intentando ignorar el aplastante ambiente en el auto me dispuse a mirar mis uñas tratando de desviar mis pensamientos de cualquier escenario pesimista, al darme cuenta del estado de mis cutículas descubrí que necesitaba arreglarlas cuando antes para mi trabajo como modelo.

A medida que avanzabamos por un camino inhóspito que desconocía, aunque yo en realidad desconozco incluso el nombre de la calle de mi departamento, escuchaba una melódica canción de Coldplay. Si la intención de Bakugō era fomentar mis ganas de haber muerto, lo estaba consiguiendo con creces, al menos si me quedaba en el auto de Shinsō podría escuchar música más alegre.

Quise preguntar a dónde nos dirigimos al percatarme de que cada vez parecíamos estar más lejos de la zona central de la ciudad.

Mis palabras se vieron ahogadas por mi propio jadeo miedoso al sentir que Bakugō apretaba el acelerador del auto y a una velocidad alarmante llegábamos a lo que parecía ser un lugar tétrico, digno de una película de terror dónde secuestran al protagonista y su grupo, sino fuera por la presencia de algunos adolescentes fuera de un almacén creería que acabo de llegar al sitio de mi muerte.