10 - De conexiones inexplicables

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Tadeo avanzó unos pasos por la arena hasta que se dio cuenta que Olivia no lo seguía. Dio media vuelta para ver si había pasado algo y la encontró llorando. Sutilmente se estaba limpiando las lágrimas con el dorso de la mano, mientras intentaba ocultar su rostro.

—¿Qué pasó? —le preguntó acercándose—. ¿Dije algo malo? ¿Pasó algo?

Por impulso, la tomó de sus muñecas para que dejara de ocultar su rostro y la observó con cuidado.

—¿Pasó algo? —repitió.

Y ella negó, pero las lágrimas incrementaron. Entonces, sin pensarlo dos veces, la abrazó.

Olivia escondió su rostro entre su mandíbula y su hombro y se deshizo de toda tensión. Parecía como si hubiera llevado mucho tiempo intentando mantenerse fuerte y en ese momento, la debilidad la había atacado por completo.

Tadeo sintió como si buscara protección, algo que la salvara. Posó una mano en su cabello y con la otra trataba de calmarla haciendo círculos en su espalda. El perfume de la chica lo invadió por completo y se dejó llevar por su cercanía, se permitió sumergirse en el momento... Tanto, que casi se asustó cuando la chica se separó de él.

—Perdón —le dijo con la voz cortada—. Soy una idiota —rio mientras se limpiaba el rostro.

—No pidas perdón... ¿Qué ha pasado?

—No es nada —se excusó.

—Parece bastante más que nada si te hizo llorar. Si quieres puedes contarme —le dijo en un intento de hacerla sentir acompañada. Aunque no sabía si eso era lo que ella quería.

—No se si tenga algún sentido hablar del tema —volvió a excusarse mientras seguía limpiándose los ojos.

—Al menos para desahogarte.

Olivia suspiró y se acercó a las botellas de jugo que habían dejado en la arena. Tomó la suya y se sentó allí. Tadeo la siguió y se sentó a su lado.

—Es Valedai —logró decirle antes de darle un sorbo al jugo.

—¿Qué ha pasado con Valedai?

—Me persigue —rio nerviosa y al ver que Tadeo no agregó nada más, continuó hablando—: Tengo una beca para ir a estudiar al instituto de cocina más prestigioso de Valedai. Hace unos días me ha llegado el mail confirmando mi aceptación... Y desde ese día no sé cómo afrontar la situación. Creo que estoy desbordada.

El chico la miró sin saber qué decir. No le parecía una noticia como para ponerse a llorar, aunque entendía que ella tenía un asunto extraño con la gran ciudad. Cada vez que tocaban el tema, buscaba evitarlo. Así que no le restó importancia al asunto.

—¿Y qué piensas hacer?

La chica hizo una mueca, parecía que volvería a llorar, pero respiró profundo.

—No lo sé. Sinceramente, no lo sé. Tampoco sé por qué he accedido a anotarme.

—¿Por qué lo has hecho?

Se encogió de hombros.

—Mis amigas encontraron la propuesta e insistieron. Accedí porque no creí que quedaría. Aún no sé por qué me eligieron entre tantas solicitudes que habrán recibido.

—Algún motivo de importancia habrá. ¿Es el ICoPaVa? —Ella asintió. —Es una gran oportunidad, sabiendo cual es tu sueño...

—Eso es lo que me limita. Sería facil rechazarla si no vendría del ICoPaVa.

—¿Por qué lo rechazarías?

—Porque fui muy infeliz el año que viví en Valedai. Me sentí muy sola, extrañaba demasiado, la ciudad me ahogaba en su inmensidad, las personas eran como robots circulando por la calle, todo quedaba lejos, para todo lo que tenía que hacer sufría estrés... No sé si quiero abandonar la tranquilidad de este pueblo.

Una parada en Colonia BasiliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora