15 - Un latido en común

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Desde que Olivia recibió el mensaje de Tadeo y supo que durante la semana volvería a verlo, todo su ser empezó a esperar con ansias ese momento. Era una sensación inexplicable. Se obligaba a no pensar en eso, pero cuando prestaba atención a lo que sentía, observaba ese estado de espera, de impaciencia y de ilusión. El mismo estado que vivía cuando era pequeña y esperaba la llegada de Santa Claus.

Se rió al notar esa comparación. Pero a la vez, se asustó por el parecido. ¿Qué estaba sucediendo en su interior? ¿Acaso no era capaz de controlar aquello?

Hubo un tiempo en el que creyó que después de las desilusiones vividas por su corazón, este aprendería a no latir tan fácil por alguien más. Pero en esos momentos estaba comprobado que sería muy difícil frenar los sentimientos. De todas formas, se negaba a poner en palabras todo lo que sucedía en su interior. Se negaba a pensar en ello y darle un sentido tangible. Todo estaba bien mientras viviera allí, oculto en su pecho, en su estómago o donde fuera que se refugiara todo lo que sentía.

Continuó comunicándose con Tadeo para confirmar el día en que iría y el horario en que llegaría. Según le dijo, pasaría la noche en el pueblo, así que debería buscar alojamiento.

"Si me consigues un lugar más barato, no me enojo. Si no, dormiré en el camión"

Aún le costaba hacerse a la idea de que Tadeo pasaba gran cantidad de sus noches durmiendo en el transporte. Intentaría encontrar un sitio más cómodo para él. Sería sencillo considerando que la fiesta ya había terminado y los lugares de alojamiento volvían a vaciarse como todos los años en esa época.

Pero su búsqueda se facilitó aún más cuando le mencionó a Waldo que el chico volvería.

—Así que tengo que buscarle alojamiento.

—Nada de buscar. Yo tengo una habitación libre, puede quedarse allí si quiere —se ofreció sonriente—. Díselo. Estaré encantado.

Y asi fue como el plan fue tomando forma. Tadeo llegaría un poco antes de la hora de cenar, vería a Olivia para devolverle la fuente y luego cenaría en el comedor, para luego ir a dormir y partir al día siguiente. Todo estaba perfectamente calculado.

Pero el día de su llegada las cosas se complicaron. El viaje se retrasó por lo que su paso por el pueblo fue muy cerca de la hora de cenar.

"Podemos cenar juntos si quieres"

Le escribió en un intento de salvar la situación.

Olivia leyó el mensaje y levantó la vista. En la cocina, su madre estaba preparando su gran variedad de pizzas caseras que tanto amaban todos en la familia.

Hizo una mueca antes de tipear.

"Hoy ceno en mi casa, mi madre está cocinando..."

La respuesta no tardó en llegar.

"Puedo ir?"

Definitivamente, Tadeo se dejaba guiar por los impulsos.

La chica tardó en responder. No sabía cómo sería llevar a un desconocido a cenar a su casa. Sus amigos varias veces habían participado de las comidas familiares e incluso varios parientes se habían sumado. Era una familia acostumbrada a añadir platos a la mesa. Pero aquello era diferente.

"Si no, ven a verme luego de cenar. Estaré en el comedor"

Aquella idea se adaptó mejor a lo que a Olivia prefería. Le transmitía menos incomodidad, así que confirmó que iría apenas se desocupara. Y por un momento, temió que el tiempo a su lado fuera demasiado reducido. Tanto esperar, para solo verlo unos minutos...

Una parada en Colonia BasiliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora