22 - De la mano del amor

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El siguiente mes fue bastante extraño en casa de Olivia. Junto a su hermana, estaban viviendo lo que sería la despedida del pueblo y la aproximación a su nueva vida en Valedai... y era increíble lo diferente que estaban reaccionando a la misma situación.

Patricia tenía la mente en la gran ciudad. Hacía planes y se ilusionaba pensando en todo lo que podría hacer una vez que viviera allá. En cambio, Olivia no dejaba de pensar en lo que sería alejarse de su amado pueblo. Mientras su hermana tenía la mente en el futuro, ella se aferraba al presente con muchas más fuerzas que antes. No quería perderse de nada que pudiera disfrutar estando allí.

Cuando sus amigos se enteraron de la noticia se pusieron muy felices, más que ella. La felicitaron, la abrazaron y hasta organizaron una fiesta para celebrar que la habían aceptado en la beca... Aunque, bueno, para ellos cualquier excusa era buena para festejar.

—Me irán a visitar, ¿verdad?

—El segundo día ya me tendrás ahí —le dijo Lucas entusiasmado.

De todo su grupo, era el que más amaba la vida en la gran ciudad. Aunque ya tenía planes para ir hacia allí cuando Felipe terminara la secundaria. Y Olivia esperaba que no se demorase demasiado. Le haría bien que alguno de sus amigos la acompañara en la inmensidad que significaba Valedai.

—A mi también me gustaría irme —comentó Cami—. Pasa que tendría que buscarme trabajo primero.

—Bueno, vienes de visita y repartes currículum. Te espero todas las veces que quieras.

—Ella quiere ir por Bruno —la molestó Lucas.

—Y también, no lo voy a negar —le dijo enojada.

—Espero que estés más atenta al celular si vas a estar lejos —pidió Gise—. Esto no será lo mismo sin ti.

—Bueno, paren ya. Aún falta. Me harán llorar por anticipado.

Faltaba casi un mes, pero lo que sentía por dentro parecía indicarle que al día siguiente tendría que abandonar todo.

Abandonar. Esa palabra quedó resonando en su mente mucho tiempo. Debía entender que no era ningún abandono y que podría regresar a su hogar cada vez que quisiera. Después de todo, Valedai no quedaba del otro lado del océano. Eran unas horas de viaje. Solo eso.

La situación en el comedor Paraíso al paso fue bastante diferente...

El día que se decidió a contárselo a Waldo, llegó primera al lugar. La sorpresa del hombre saltó a la vista desde que la había saludado.

—¿Qué haces aquí tan temprano?

Olivia rió.

—He venido antes porque hay algo que quiero contarte.

—Uh. Espero que no sea algo grave —le dijo mientras tomaba asiento en una de las mesas.

—No, nada grave. Me han aceptado para estudiar cocina en Valedai —le contó sonriendo—. Así que en poco más de un mes, tendré que mudarme.

—¡Qué buena noticia! ¡Qué bueno! Eso es muy, muy bueno.

A pesar de que Waldo estaba feliz por ella, pudo notar el brillito triste en sus ojos. Y eso la entristeció.

—Vendré a visitarte, Waldo.

—No tienes que hacerlo, niña.

—Pero lo haré. Lo prometo. Vendré a visitarte.

Entonces Waldo también sonrió, aunque por pocos segundos.

—Esto no será lo mismo sin ti.

—Tendrás a Igor. Y seguro alguien del pueblo se sumará.

Una parada en Colonia BasiliaHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin