20 - En el comienzo de un sueño

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Ver a Santiago allí, frente a frente después de tantos años fue una situación que Olivia creía irreal. A su mente le costaba procesar el presente y mucho mas lograr entender lo que sucedía en su interior.

Era extraño porque lo que habían compartido juntos llegó como un flash repitiéndose en bucle. Pero ya no generaban los mismos sentimientos que antes. Era como si los hubiera visto desde lejos, de espectadora, en una película donde ella no era la protagonista.

Volvió la vista a Igor mientras intentaba entender la situación. Tendría que ir a atenderlo, porque era la mesera. Y seguramente tendría que intercambiar algunas palabras mas que las que siempre intercambiaba con los clientes. Porque dudaba que él la dejara ir sin mencionar algo más.

Los nervios comenzaron a hacerse presentes en su interior. Jamás imaginó que volvería a verlo, en su mente aquello era imposible.

Le costaba pensar que la última vez que lo había visto le había robado un beso lleno de amor... O de lo que en ese momento creyó que era amor.

Tomó aire.

—¿Quieres que lo atienda yo? —le preguntó Igor devolviéndola a la realidad.

Solo pudo negar.

Quería evitar el momento, pero no de esa forma cobarde. Él ya estaba allí y no quedaba otra que enfrentar la situación.

Tomó la carta y bajó con cuidado de la silla.

—Suerte —masculló Igor con una mueca en su rostro.

Olivia no quiso mirar a su objetivo hasta que estuvo a solo unos pasos de él.

—Hola... Bienvenido —le dijo con una sonrisa obligada.

—Oli... —la sonrisa de él no pareció fingida—. ¿Cómo estás? Tanto...

—Tiempo —completó ella la frase—. Bastante tiempo —rio nerviosa—. Muy bien, sigo en el comedor. ¿Y tu?

Él recibió la carta y mientras la miraba, respondió.

—Sigo de guardavidas. Nuevamente me asignaron al pueblo.

—Que sea un lindo verano entonces.

—Sin ti será difícil —le dijo él mirándola a los ojos.

Esas simples palabras hicieron mucho en el interior de Olivia, quien quedó congelada sin saber qué responder.

En pocos segundos, entendió la diferencia... Entendió que tiempo atrás habrían significado todo, pero en ese instante lo único que hacían era comunicar algo que carecía de emoción. Entendió que lo había querido, que se había enamorado, que había deseado un futuro junto a él... Pero todo eso le había sucedido a una persona que ya no existía en su interior.

—¿Qué dices?

Él soltó una risita.

—El verano anterior me habías salvado del aburrimiento. ¿Será que este año tendré alguna salvación?

—Este verano ya sabes cómo es el pueblo, sabrás que hacer —le dijo sin encontrarle la gracia a la situación.

—Es verdad —suspiró—. Que extraño. Esto de vernos después de...

—Si, es raro —se apuró a decir Oli. —Avísame cuando decidas qué pedir.

Sin esperar su respuesta, volvió a la barra sintiendo que nuevamente, la realidad se volvía confusa.

El rostro de Santiago seguía siendo el mismo. Su mirada, su cabello, sus facciones. Seguía siendo él, pero había algo diferente cuando lo miraba. Sabía que había latido por ese joven, que había sonreído, que había incluso llegado a enamorarse. Pero también había llorado y deseado con todo su ser que el dolor frenara, que la angustia cesara. Y en ese momento, allí, dos años más tarde, no sentía nada.

Una parada en Colonia BasiliaWhere stories live. Discover now