30 - Una lógica que duele

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"Ven a almorzar mañana te espero"

Olivia leyó el mensaje y sonrió. Griselda parecía entrar en escena justo a tiempo, justo para ser abrazo cuando la soledad atentaba contra su presente.

Volver de Colonia Basilia no fue fácil. El viaje se le hizo largo y las lágrimas fueron su compañía. Lo único que logró sacarle una sonrisa fueron los mensajes en su grupo de Whatsapp del instituto de cocina. Todos habían preguntado si estaba bien, queriendo saber el motivo de su ausencia del viernes y si se presentaría el lunes. De pronto, la compañía de ellos había comenzado a ser fundamental en su presente.

"Buenos días Griselda, gracias por la invitación, mañana estaré ahí"

Ese sábado despertó un tanto más tarde porque se había quedado hablando un rato con Tadeo. Definitivamente, tenerlo lejos estaba afectando un poco sus horas de sueño.

Agarró su mochila, guardó la billetera y los caramelos que había comprado para ella y después de avisarle a Pato que saldría, fue hacia la parada del colectivo. Para su suerte, el bus la dejaba a dos cuadras del apartamento de Griselda.

—¡Hola cariño! Que suerte que has podido venir. Pasa.

Cuando puso un pie adentro, sintió un aroma a comida que le hizo rugir el estómago.

—Espero que te guste lo que estoy preparando. Hacía bastante tiempo que no lo hacía.

—Seguro me gusta, tus comidas son como hechas en casa. Te he traído caramelos —le dijo mientras abría la mochila—. Tadeo me ha dicho que son tus favoritos y ya que fui a comprar una bolsa para Waldo, te he traído una a ti también.

—¿Waldo?

—Si, era mi jefe en Colonia Basilia. He ido el fin de semana pasado. ¿Conoces el pueblo?

Griselda negó sin abrir la boca.

—Te mostraré fotos. Aquí están los caramelos.

La mujer sonrió tímida y le agradeció por el gesto mientras Olivia buscaba en su celular las fotos del pueblo. Una noche, cuando no podía dormir, había creado un álbum con paisajes del lugar y con fotos de su gente. Solía mirarlas cada tanto, cuando el extrañar se hacía muy pesado.

—Aquí están. Si quieres algún día podemos ir juntas —le dijo mientras le pasaba el celular.

Griselda comenzó a mirarlas con cuidado y Olivia le fue contando un poco sobre cada foto. Las miraron a un ritmo constante hasta que llegaron a una foto del comedor. Era una que se habían sacado antes de año nuevo. Waldo había querido tener de recuerdo una fotografía con sus mozos así que aparecían ella e Igor junto a él; y detrás se podía observar el cartel de Paraíso al Paso.

—¿Quiénes son?

—Él es Waldo. Que también es fan de los caramelos Yuguy —rio Olivia—. Y él es Igor. Mi compañero de trabajo. Éramos amigos hasta hace unos años.

Griselda cambió de foto y continuó cambiando. Pero Olivia no supo que su mente había quedado congelada en la de Paraíso al Paso.

Miraron algunas más hasta que la mujer se vio alertada por la cocina. Mientras terminaba la preparación, le preguntó a Olivia si había estado hablando con Tadeo.

—Si, tratamos de hablar todos los días, aunque a veces se complica un poco.

—Es extraño el tema de los horarios, ¿no? Me cuesta acostumbrarme a que hay doce horas de diferencia.

Hablar de Tadeo y su vida, las llevó de a poco a ir abordando el tema de la madre de Tadeo. Olivia siempre había sentido curiosidad por eso.

—Me sorprende que le cueste tanto preguntar sobre su vida.

Una parada en Colonia BasiliaWhere stories live. Discover now