CAPÍTULO 4

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(Martes)

Estaba realmente cómoda, el canto de las aves se escuchaba en una armonía perfecta, y el rocío de la mañana ya se hacía presente. Me levante con gran pereza, mire a mi alrededor y di un sobresalto.

Estaba en una cama muy grande, en una habitación aún más grande. Los ventanales por donde traspasaba la luz, y muchos almohadones a mis pies. Recordé que no era un mal sueño y me invadieron los recuerdos de todo lo que estaba pasando, y recordé el cambio tan brusco en mi vida en solo 3 días.

También recordé que ya no era la casa de mis padres, era la de mi tía. Ya no vería a mi madre silbar al cocinar, y a mi padre despedirse de mí con un beso en la frente; para después irse a trabajar. Ahora me despertaría en esta habitación, atendida con muchos sirvientes, una vida de rica. Para otros dirían que tengo suerte, pero esas personas solo ven lo que "gane" sin ver lo que perdí, el resultado sin la ecuación, la "victoria" sin la guerra, solo ven lo que a ellos les gustaría (como la mayoría), no ven la otra cara de la moneda.

Me levante sin ganas de hacerlo, hay que admitirlo la cama era cómoda; fui al baño a cepillarme los dientes y bañarme; salí del baño y me vestí. Baje las escaleras para llegar al comedor, llegue a la larga mesa, solo estaba preparada para una persona, le pregunte a mayordomo que estaba sirviendo jugo si mi tía me acompañaría a lo que él respondió.

– La señora Sandra salió temprano por asuntos de trabajo.

– Ya veo –mi tía a pesar de que se había casado con alguien millonario, no se significaba que no sabía trabajar, sabia mantenerse sola.

Empecé a comer panquecas recién hechas con un poco de mantequilla; jugo de naranja; y muchas cosas para acompañar; café con leche; galletas y una cesta de frutas como centro de mesa. Se me hacía agua la boca, después del desayuno, decidí ponerme al día con los estudios, quería ir a inscribirme, cuando el mayordomo me interrumpió.

– Señorita Elizabeth, ya está lista para el colegio.

– No debería inscribirme primero –dije confundida.

– La señora Sandra ya hizo que me encargará de eso, hoy mismo puede empezar con los estudios.

– Guau, gracias.

– No me agradezca, es mi trabajo –sin expresión facial alguna, se dirigió a la cocina.

Sin más que decir tome mis cosas, me puse el uniforme, y fui a la entrada donde me esperaba el chofer de la familia.

*

Los rumores eran ciertos, mi nuevo instituto era enorme y muy elegante, los pisos de cerámicas con detalles muy bonitos, columnas de mármol pulido que le daban un toque intelectual.

Mi primera clase era física, estaba en problemas por dos razones, no me gustaba física y no sabía cómo llegar, el lugar me parecía un laberinto. Entre mi desorientación tropecé con un estudiante.

– Ten más cuidado, este sitio es lo bastante grande –la vos era masculina, no mostraba molestia, al contrario, tenía un tono burlón.

– Y lo bastante grande para perderme –lo confronte, levante la mirada y pude ver al chico que estaba parado frente a mí.

– ¿Estás perdida? Eso quiere decir que eres nueva ¿no?

– Si...

– Me disculpo por lo de antes, debes estar nerviosa –en realidad solo estaba algo distraída en ese momento– me llamo Javier, un gusto conocerte señorita...-hizo un ademán para que le dijera mi nombre.

– Elizabeth un gusto... –dije intimidada por alguna razón. Era un muchacho de tez blanca, cabello liso y bien peinado pelirrojo, ojos negros, y un aproximado de 1,70cm de altura.

La Respuesta De La Venganza (Editando)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu