CAPÍTULO 10

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‒ Elizabeth, ¡Elizabeth! ‒fue lo último que escuche.

*

Despierto acostada en una cama, no sé dónde estoy lo cierto es que ya no es la sala de la casa de Javier, mis ojos se abren y cierran varias veces para acostumbrarme a la luz de aquel lugar. Me acoplo y me siento en el borde de la cama en la que desperté, ahora podía distinguir que estaba en una clínica, pero no tengo recuerdo de nada.

Trato de hacer memoria, y las imágenes llegan a mi mente, la señora Martha con la bandeja de galletas, Javier con el álbum de fotos, el recuerdo del pasado con papá, ¡PAPÁ! Entonces recordé cuando vi la foto, era mi padre el que estaba a la izquierda de Javier.

Pero ¿Cómo? ¿Él era el compañero policial de Stevan? ¿Mi padre fue policía?

Tantas preguntas resonaban en mi cabeza, y todas las preguntas tienen una respuesta, buena o mala la tiene, y yo quiero tener las respuestas a las mías. Escuche pasos aproximarse, pararon en mi puerta guarde silencio tratando de que no se enteraran de que desperté y a ver si podía llegar a escuchar la conversación.

‒ ¿Va a estar bien? ‒reconozco esa voz es Javier, y a juzgar por el tono está preocupado.

‒ Si, va a estar bien, perdió el conocimiento por shock, sucede con las emociones fuerte, algo debió alterarla ‒ ¿Cómo no alterarme cuando descubro un pasado desconocido de mi difunto padre? Al cual quiero vengar.

‒ ¿Cuándo la pueden dar de alta? ‒la voz era femenina, tampoco fue difícil reconocerla era mi tía, cuánto tiempo habré estado inconsciente para que se vieran obligados a llamarla.

‒ Si quieren hoy mismo - musitó una voz grave que sonaba tranquila y serena, supuse que era el doctor.

‒ ¿Podemos pasar a verla? ‒pregunta Javier, esta vez acelerado.

‒ Seguro, ahora si me disculpan ‒escucho sus pasos que se van alejando hasta ya no poder oírse.

Entran en la habitación con cuidado, debieron pensar que seguía dormida porque la expresión de sorpresa se plasmó en su rostro de inmediato, pero cambiaron rápidamente por sonrisas. La mayor se aproximó a mí dándome un beso en la frente y dándome un abrazo que duro unos cuantos segundos.

En eso veo a Javier al final de la cama en la esquina esperando, me detalla cada parte quiere saber si estoy bien. Noto su malestar e intento cambiarlo sonriéndole, ¡funciono! Porque me devolvió el gesto, aunque no estaba muy convencida.

La mayor por fin me suelta y me acaricia la mejilla con la palma de su mano.

‒ ¿Estás bien cielo? ¿Cómo te sientes? ‒me pregunta mientras se acomoda en la cama, y se endereza.

‒ Estoy bien, no me duele nada ‒digo enderezando me igualmente, dirigió mi mirada hacia Javier quien sigue preocupado, y vuelvo a mirar a mi tía‒ ¿Cuándo tiempo he estado inconsciente?

Ella aclara su garganta y mira al mi amigo, vuelve su atención en mi - unas cuatro horas linda.

‒ ¡Cuatro horas! ‒mi tono de voz aumento notablemente, mira mirada se dirigía de mi tía a Javier, y de Javier a ella.

‒ Tranquila, los doctores dieron que te darán de alta hoy mismo ‒sí, lo sé, los escuche cuando hablaban a mis espaldas cuando pensaban que estaba dormida.

‒ Hm... Tía Sandra ¿me dejaría hablar con Javier? A solas ‒la mayor se muestra sorprendida, al principio no le gusta la idea evidenciada por una mirada a Javier que es todo menos amistoso, pero termina cediendo y sale a la habitación.

Nos quedamos en dime silencio por unos minutos tan sólo viéndonos por instantes, y desviando la mirada.

‒ Quiero que me muestres la foto de nuevo ‒rompí el silencio, él se quedó como en shock para después fruncir el ceño.

La Respuesta De La Venganza (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora