CAPÍTULO 9

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///Javier///

Recuerdo ese día perfectamente, los recuerdos fuertes son los únicos que se conservan de esa edad; a no ser que seas una cámara humana, cada detalle estaba plasmado en mi mente.

Recuerdo estar al lado de mi madre con sus manos ensangrentadas tratando de parar la hemorragia, la que se produce en el pecho de mi padre por esa bala perdida.

Recuerdo que perseguir al asesino, morderle la muñeca de la mano izquierda, recuerdo el golpe, despertar en el hospital y hablar con los policías.

*

Al día siguiente me desperté con un dolor de cabeza producto del golpe, estaba en mi cuarto al parecer mi madre me trajo en la noche, me levante, me bañe y baje para desayunar. Mi madre trataba de alegrarme, me preparo mi desayuno favorito, sándwich de aguacate; ella se estaba esforzando para que su infelicidad no llegara a mí.

‒ Mamá, esto es muy lindo pero no es necesario, sé que tratas de contentarme, puedo comprender soy más maduro de lo que crees ‒ella me sonríe compasivamente, me acaricia el cabello y me da un beso en la frente.

En la sala se pudo escuchar el timbre de la puerta, mi madre se apresura para abrir es el cartero, traía una cuantas cartas y un paquete para mi madre me coloque a su lado al preguntar lo de siempre.

‒ ¿Y yo? ¿Hay algo para mí? ‒el cartero me sonríe y saque un sobre amarillo de su bolso.

‒ Sí, estoy es de los policías Alberto y Stevan ‒me lo entrega y estoy tan emocionado que casi se me cae por un mal agarre, el cartero se da la vuelva y se dirige a seguir repartiendo envíos, cartas, paquetes, etc.

Voy apresurado a mi cuanto, abro el sobre con cuidado y saco el contenido, eran las fotos de hospital ya plastificadas, ese día le pedí a mi mamá que consiguiera un recuadro para ponerlas, pero al final las colocamos en el álbum de foto.

El cual quiero mostrarle a Elizabeth, debe de estar esperando a saber quién fue el compañero del ahora comisario Stevan, el ofician Alberto ¿qué habrá sido de su vida?

///Elizabeth///

Sonido de tiza chocando con el encerado, clase de matemáticas, lo único bueno de estas clases es cuando termina, y que después viene arte. Por fin el timbre suena y salimos de la fastidiosa clase, el profesor se queda explicando los deberes para la próxima clase pero nadie le presta atención, pareciera que hubiera un incendio por la manera en que todos salen de salón, y de todas maneras ya tengo los apuntes en el cuaderno.

No he saludado a Javier, estoy dirigiéndome al roble viejo del patio, se supone que me reuniría con Cloe.

*

La divisó a lo lejos, estaba leyendo uno de sus tantos libros, creo que le gusta la lectura más que a mí. Apresuro el paso pero algo se cruza en mi camino, me he tropezado con alguien ¿Javier?

‒ Hola Elizabeth, ¿Cómo estás? Conseguí la foto de la que te hable.

‒ A sí, quiero verla ‒por fin se acaba el misterio.

‒ Pero... ‒siempre hay un " pero" ‒ la deje en mi casa en el álbum de fotos, si quieres me visitas hoy y la ves, y aprovechamos para ver una película.

‒ Lo hiciste a propósito ¿Verdad? ‒bien jugado Torrealba.

‒ ¿Quién? ¿Yo? Claro que no ‒en su tono se notaba la picardía‒ pero quieres o no quieres ver la foto ‒suerte la tuya porque en verdad lo quiero.

‒ Ok, ok voy en la tarde a tu casa, después de clases.

‒ Bien, nos reuniremos en la salida y te llevó ‒que persistente es.

La Respuesta De La Venganza (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora