CAPÍTULO 11

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Fin de semana no tengo planes más que quedarme en mi cama durmiendo o estar en el jardín leyendo algún libro (Hm... La segunda opción suena más productiva)

En unos de los bancos de madera blanca del jardín me encuentro leyendo dos de los libros más actuales de mi lista, uno a los capítulos finales y el otro siguiente para leer.

Termino el primero, al tercer capítulo del segundo recuerdo la propuesta de Adán, sería perfecto para el fin de semana, sin labores, y sin planes de salidas, esperó que este igual que yo. Lo llamo y tardo un poco en la operadora, contesta.

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‒ ¿Bueno? ‒

‒ Halo Adán, soy Elizabeth ‒

‒ Si Elizabeth dime, ¿qué necesitas? ‒

‒ Pues quería saber ¿Si sigue en pie tu propuesta de salir y charlar? ‒

‒ Si claro, ¿quieres que sea hoy? ‒

‒ Bueno, yo no tengo planes, no sé si tú estés igual ‒

‒ No, en realidad estoy recostado mirando al techo, creo que no tengo tiempo de pensar en lo que me gusta aparte que estar con mi padre en la morgue ‒

‒ Perfecto, entonces descubrirás que otras cosas te gustan hacer ¿Dónde nos reunimos?-

‒ Eso no importa, podemos recorrer varios lugares yo paso por ti ¿Te paso a buscar en una hora?-

‒ Estaré lista, hasta luego ‒

‒ Hasta entonces ‒

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Me levantó rápido de la banca, guardo los libros y me voy a bañar, salgo de la ducha y notó me he tardado 20 minutos, y ni siquiera sé en que gaste tanto tiempo.

Por suerte no me maquilló y en lo que respecta a la ropa pues mientras combine y se vea bien no hay problema, eso de ¿Qué efecto quiero lograr? Y ¿Cómo me tratara si no me visto con la colección de moda? No es relevante.

Me puse unos jeans azul marino oscuro, una camisa blanca de tirantes, y una chaqueta negra, que combinan con los botines negros que me compro mi tía, y que ya quería estrenarlos.

Jugué con mi cabello y opte por el cabello suelto liso, sin lazos, ni moños molestan muchos, y existe la probabilidad de que se me pierdan. Ya estaba lista solo faltaba esperar, me senté en la sala.

Finalmente se estaciono un carro al frente de la casa, debía de ser él, tome mi bolso de mano y el mayordomo me acompaño hasta la puerta, la abrió y del coche salió Adán. Parecíamos gemelos, traía una guarda camisa blanca, con una chaqueta de cuero negra, y unos pantalones azul rey, se veía muy bien.

El mayordomo nos dejó solos, escuche las rejas cerrarse a mis espaldas, después Adán sin ninguna discreción de detalla de los pies a la cabeza.

‒ Te vez preciosa ‒sus comentario me ruborizo, y el parece notarlo– no tienes por qué estar nerviosa ya debes estar acostumbrada.

‒ En realidad no ‒siento que cada vez mis mejillas están más rojas (piensa algo para cambiar el tema) ‒ tú también te vez bien, y ¿A dónde vamos? ‒nunca acordamos eso por mensaje.

‒ No te preocupes es una sorpresa ‒me acompaña rodeando el auto abriéndome la puerta del copiloto y cerrándola cuando me siento.

Él entra en el auto y comienza a conducir, después de varios minutos platicando me doy cuenta de que Adán tiene buena conversación aunque no lo demuestre, pero aun así no me he dejado de preguntar en todo el viaje ¿A dónde vamos?

La Respuesta De La Venganza (Editando)Where stories live. Discover now