22

463 49 7
                                    

Hola!! Ahora que tengo tiempo traigo capitulo. No sé cuánto puede quedarle a la historia pero no quiero que se haga demasiado larga, espero que este capitulo os guste y entendáis un poco por donde van las cosas... Por cierto, si os aburrís ojalá os paséis por alguna de mis otras historias, publicaré una nueva en breves. 

Gracias por el apoyo, por votar, comentar y animarme con cada capitulo!! Os leo!!

Termino de relatar mi versión de la historia a la pareja de policías sentados frente a mí, quienes anotan algo más en el cuaderno y terminan por asentir. Trago saliva y me pongo en pie tras hacerlo ellos, siguiendo sus indicaciones en el camino a la puerta de salida. 

Salir de la sala de interrogatorios me supone un alivio enorme a pesar de tener la incertidumbre de no saber si Sanem y yo hemos dicho lo mismo o no. ¿Habrá dicho la verdad? Pues a saber, porque no conozco a sus padres ni sé qué habrá podido pasar cuando la encontraron, pero sí sé lo que me ha pasado a mí y el problema en el que estoy metida, lo menos que podía hacer era decir la verdad. 

Recorro el pasillo en compañía de los agentes hasta llegar a la salita de espera, donde se encuentra Russo. Un escalofrío me recorre la espina dorsal al verle ahí, esperando, con el gesto serio y vestido de forma formal otra vez. 

Agradece a los agentes y yo me despido con un movimiento de cabeza para empezar a seguirle hacia la salida. El coche nos espera cerca de la entrada y yo por inercia me siento en la parte atrás, aspecto que él no replica. Se dedica a conducir en silencio y a aumentar el volumen de la radio cuando la cosa es demasiado incomoda. 

Volvemos al maldito infierno de piso en cuestión de diez minutos, cosa que no me agrada. Estar aquí es lo mismo que estar atrapada en una jaula con forma de habitación, pues mi único pasatiempo es observar el maldito techo. 

El teléfono de Russo vibra en mi camino a las escaleras, el cual se ve frenado por su voz. — Siéntate, tenemos que hablar. 

Frunzo el ceño y él se deshace de su chaqueta, dejándola sobre uno de los sofás mientras que espera de pie a que me siente en el sillón frente a él. Lo hago en cuestión de segundos, deshaciendo el contacto visual que de vez en cuando se forma. 

— Parece ser que tu versión y la de Sanem han coincidido, bien hecho. 

Dejo escapar una exhalación y me llevo las manos a la cabeza, permitiéndome cerrar los ojos y apremiarme a mí misma porque hice algo con la verdad y ha terminado saliendo bien, por fin. 

— ¿Era tan difícil decir la verdad? ¿A qué no? Hasta donde puedo ver no has muerto, estas de una pieza...¿no podía ser siempre así?

— ¿Puedo irme a mi habitación? — busco algo de piedad en su mirada, pero ante su negativa vuelvo a insistir. — Por favor. 

— Te falta algo...bueno, varias cosas. — se deja caer en el sofá tras él, relajado. — Como te veo dispuesta a hacer las cosas bien, empezaremos por lo básico ¿qué mierda pensabais para hacer todo esto? No, no, ¿en qué pensabas? ¿Tan importante era que esos dos se escapasen enamorados? 

Frunzo el ceño y comprendo que no tiene ni idea de que Nia está embarazada...pero a estas alturas no sé qué es lo mejor, si venderles a ellos o mandarme a mi misma al matadero. Mi vida nunca fue lo suficientemente desgraciada, qué va, ahora estaba empezando a serlo y se está volviendo algo insoportable que no sé cuánto más podré aguantar. Quizá y solo quizá es momento de empezar a pensar en mí. 

— Te contaré todo si me dices de verdad qué va a pasar conmigo. — me armo de valor y eso parece interesarle. — Lo prometo, te lo contaré absolutamente todo. 

INSTRUCTOR | Timothée Chalamet |Where stories live. Discover now