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Hola!! Perdón por tardar, juro que no pasa más. Espero que disfruteis del capítulo, en breves habrá otro. Espero vuestras opiniones y votos. ¡Muchas gracias por el aguante!

Capítulo 26

Observo a Nia fijamente. Estudio sus movimientos, como golpea la pelota con la raqueta y como corre de un lado a otro. Está sudando muchísimo, cosa que no me extraña puesto que el sol esta en su máximo esplendor y en medio día; yo, por mi parte, estoy en la sombra, con la raqueta sirviendo de apoyo para mantener mi barbilla lejos del suelo.

Cualquiera que me viese de lejos se pensaría que planeo secuestrar a Nia, cuando en verdad solo valoro si es un objetivo potencial con quien desahogarme o no. A día de hoy está claro que no soporto guardarme ni una sola cosa más, necesito hablar con alguien de todo lo que ha ocurrido y está ocurriendo, sobre todo cuando Russo me extorsiona con desenmascararme ante mis amigas como la infiel del año.

Salgo de mis pensamientos cuando el brazo de la morena se mueve en mi dirección, con demasiada energía.

— ¡Estoy harta de esta maquina, juega conmigo tú! — alzo una ceja y observo la maquina que tira pelotas continuamente. Más de un golpe se ha llevado y yo no quiero terminar así —. ¡Venga, vaga!

Gruño y me pongo en pie, sacudiendo mis pantalones. Desde luego, el uniforme de Nia destacaba demasiado sobre el mío, pues como era una "tenista" en prácticas, contaba con el uniforme y faldita correspondiente.

— Y dime, amiga mía, ¿qué quieres? — se pone al otro lado de la tela, sacando.

— ¿Ver a mi amiga? — respondo como puedo, tratando de alcanzar la pelota, que sin embargo se va lejos de mí.

— Oh, venga, Sanem está jugando al baloncesto. Sé de sobra que eso te parece mucho más entretenido.

La ignoro, limitándome a sacar la pelota. Ella la golpea sin problema y yo no soy capaz de darle de vuelta, pero tampoco me frustro. Soy malísima en tenis.

— ¡Eh, Bri! — dejo de buscar la pelota para mirarla, encontrándome con un saque en toda regla, cuya pelota no me da en plena cara porque me cubro con mis brazos —. Ahora que tengo tu atención ¡desembucha!

— ¡Demente! ¿Si me das en la cara qué, eh?

— Tienes reflejos, ts.

Niego con la cabeza, comenzando a caminar hacia la zona con sombra, de la que nunca debí de haber salido. Ella me sigue tan campante, dispuesta a escucharme.

La admiraba por ello.

— La verdad es que si que quería hablarte sobre algo...algo bastante jodido.

— Lo sé.

— No es que no confíe en Sanem...pero ella es más dura con estas cosas. Creo que más que escucharme me diría todo lo que está mal y eso ya lo sé. — suspiro, mordiéndome el labio inferior —, solo quiero a alguien que me escuche, no te ofendas.

— Llevamos siendo amigas el tiempo suficiente como para ver esto más normal que ofensivo, así que soy todo oídos.

El brillo en su mirada me transmite la calidez necesaria para empezar a narrarle todo lo que ha estado sucediendo todo este tiempo atrás. Desde mis primeros encuentros con Nico a escondidas como los primeros besos con Russo. No obvio ningún detalle porque creo que no seria justo, así que todo esta contado, hasta la vez que le encontré pronunciando mi nombre en una situación comprometida. Ella pone caras raras pero no dice nada, acto que agradezco, para luego contarle lo ocurrido el día que me recogió de la policía, así como nuestra despedida ayer.

INSTRUCTOR | Timothée Chalamet |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora