29

568 36 9
                                    

Hola!! Siento la tardanza, pero solo he tenido problemas, bloqueos y por consecuente me centré más en otras historias que tengo activas. Intentaré que esto no vuelva a ocurrir, de verdad, mil perdones. Espero que lo disfrutéis, y bienvenidas las nuevas personitas que se han unido a la lectura!! 

Nos leemos, besitos. 

Esa noche, decidí huir de Russo y sus intenciones.

Jugamos un poco, sí. Fui incapaz de alejarme a tiempo suficiente, por miedo o por gusto, no lo sé... pero sus palabras dulces no sirvieron para apaciguar la angustia que había dentro de mi cuerpo.

Sí, me había propuesto conquistarle, pero por ese día había tenido suficiente Russo.

No le hizo ninguna gracia, pero a quién le importa. Cerré la puerta de mi habitación y me fui a dormir temprano, no sin antes revisar el mensaje de Nico, donde me decía que quería hablar, que si podíamos merendar un día de esta semana.

Le dije que sí.

¿Por qué? Porque le echaba de menos, pero no sabía en qué sentido.

A la mañana siguiente, bajo a desayunar completamente arreglada, encontrando ahí a Russo. Está con su teléfono, como siempre, mientras bebe de su café. No tarda mucho en presentirme allí, por lo que deja el aparato sobre la isla, recostándose en el mármol con ambas manos unidas.

Frunzo el ceño y comprendo que me está mirando mucho, sobre todo las piernas.

―Buenos días ―saludo yo, buscando que deje de mirarme.

Lo hace cuando tomo asiento frente a él, con el vaso de zumo que siempre me tenía preparado.

―Esa falda es muy corta ―anuncia, de la nada.

―¿Eh? ―casi me atraganto con el trago―. Es la misma de siempre... o sea, tengo dos, pero tienen el mismo largo y...

―Te la vas a cambiar.

―No tengo otra ―replico, ganándome una mala mirada por su parte―, es la misma de siempre. La única que tengo desde que me apuntaste aquí, nunca te ha parecido mal.

―Ahora lo hace ―continua, esta vez más serio―. Sobre todo, cuando te recuerdo corriendo por los pasillos de los chicos, en bragas, falda y sin pantalones debajo ―siento vergüenza cuando recuerda ese día―, te la vas a cambiar.

Me muerdo los labios, frustrada.

La falda me llagaba por encima de las rodillas, literalmente. Tenía la altura perfecta. Era cómoda, practica, siempre llevaba unos pantalones cortos debajo y nunca había sufrido ningún percance con ella.

Me jodía que él tuviese que opinar en esto también.

Acabo el zumo en silencio, sin volver a opinar nada. Él sigue a lo suyo, ignorándome también.

Dejo todo en el lavavajillas y me dirijo al salón, tomando mi mochila de uno de los sofás. La dejo en el suelo mientras me pongo el abrigo que colgaba del perchero, sin ser consciente de que Russo ha llegado hasta mí para ese entonces.

Casi me congelo cuando le siento abrazarme por detrás.

―No me concentro si te veo con eso tan corto, imagínate el resto ―murmura contra mi cabeza, mientras que con desciende y pasea una de sus manos por mis muslos.

Dios mío, qué tóxico.

―No es tan corta...

Me voltea y pega a la pared, dejándome indefensa. No soy capaz de reaccionar a tiempo, así tampoco soy capaz de frenar su mano cuando va con toda la tranquilidad y el descaro en ascenso por mi muslo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 14, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

INSTRUCTOR | Timothée Chalamet |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora