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No quieres compararte

Nico me recogió en mi habitación a la hora acordada.

Los nervios iban a poder conmigo a medida que las horas pasaban. Al principio no sabía que hacer, no sabía que ponerme, como maquillarme, qué perfume usar...cualquier cosa parecía un error para mi. No dejaba de pensar que nada era apropiado para esta cita.

Cita, ¡cita! ¡Era una cita, tenía una cita! Era una completa locura.

Primero probé con un vestido de Ania, el cual descarté al momento. Luego probé con una blusa y una falda, cosa que también descarté.
Al final opté por unos vaqueros altos y un top ceñido de manga larga, con unos pliegues en la zona del pecho que lo hacían lucir elegante.

No era algo que no llevase un día normal para cualquier cosa, sobretodo cuando completé el look con unas zapatillas básicas.

Nico se encargó de adularme durante todo el camino hasta la cafetería.

No escondió nuestras manos unidas de las miradas curiosas del resto y yo no me sentí tan incomoda como creía. Ese momento fue todo lo que llevaba esperando desde nuestro primer beso, y haberlo conseguido me dio todas las ganas de intentarlo que necesitaba.

Ahora, sentados frente a frente, con dos sándwiches de jamón y queso y un refresco, me siento viva.
Esto es lo que yo quería, lo que yo necesitaba desde el primer momento, y sobretodo, lo que merecía.

Ambos reímos tras una sesión de chistes de Nico, también nos burlamos de las miradas curiosas de varios alumnos a nuestro alrededor y de cómo nos señalan de vez en cuando.

Y lo más increíble es que solo tengo ojos para él. Es como si fuese el único humano en el que pudiese pensar, y lo mejor es que siento que es completamente recíproco.

— Esto será un escándalo en este colegio de cotillas. — murmura él mientras mastica su último pedazo de sándwich.

— Que rabien. — yo también acabo mi sándwich, evitando un eructo. — No te haces una idea de las veces que he deseado esto.

Él sonríe, estirando su mano sobre la mesa y agarrando la mía. Una corriente eléctrica me recorre el sistema en ese momento.

Estaba ocurriendo, estaba teniendo una cita con el chico que me gusta. ¡Una cita!

—  ¿Sabes? Luciana intentó besarme... — reconoce de la nada. — Y fui incapaz de besarla, incapaz, Bri. ¿Te das cuenta? Eres tú, me he enamorado de ti y casi te pierdo como un imbécil.

¿Qué? ¿Qué ella le había...? ¿Beso? ¿Cómo?

Era genial que él fuese incapaz...pero yo si había sido capaz. Mierda, el recuerdo del beso con Russo llega a mi mente y hace que empiece a sentir cierto calor en mis mejillas. Yo había sido capaz, y no sólo eso, es que además había disfrutado de eso beso.

Entonces, ¿qué tan equivocada estoy respecto a mis sentimientos con Nico?

— ¿Estás bien?

Asiento ante su pregunta, pero el malestar no abandona mi cuerpo. Ya no siento que esté haciendo lo correcto, no considero que deba de sentarme aquí a decirle lo mucho que deseaba esto cuando había estado besándome con nuestro instructor.

Estoy dispuesta a decirle que me gustaría dar un paseo para poder despejarme, cuando Yumi entra en la cafetería. Su mirada rasgada nos examina detenidamente; me mira a mí, luego a Nico, de vuelta a mí y eso hace cuatro veces más.

— Esperaba más para ti, la verdad. — me mira como si estuviese defraudada de mí. — No te ofendas. —  esta vez observa a Nico.

— ¿Qué no me ofenda? ¿Quién se supone que eres tú? ¿Con qué derecho hablas así de mi? —  los nervios del chico se disparan en ese instante.

INSTRUCTOR | Timothée Chalamet |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora