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Ideal mentirosa

Una mentira puede convertirse en verdad

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Una mentira puede convertirse en verdad...todo depende de la decisión y en el carácter con el que afrontes la situación.

Rocio a Gisella con uno de los productos desinfectantes que encuentro en el carrito, deshaciéndome en parte del olor apestoso a alcohol que desprendía. Repito la acción con Aileen y también con Nia, para luego devolverlo a su lugar.

— Bien, repasemos el plan. — establezco contacto visual con Sanem y ella lo hace con Walls, quien me mira a mi. — Cada uno de nosotros toma a una de ellas y...

— Esquivamos a todos hasta que llegamos a la entrada. — continua él.

— Y luego nos separamos para intentar llegar hasta las habitaciones. — finaliza Sanem.

— Y a quien pillen, mala suerte. — añado. — Se supone que estarán muy ocupados con el resto, pero no podemos bajar la guardia.

Cargo a Aileen, Walls a Nia y Sanem a Gisella, manteniendo distancia entre nosotros para que si algo sale mal, el resto tenga oportunidad de huir.

Tengo suerte pues Aileen esta bastante consciente, no arrastra mucho los pies y tampoco habla, sólo se dedica a quejarse del dolor de cabeza que tiene, de que a ratos quiere vomitar y se calla cuando le chisto hasta que volvemos a empezar. Era como una niña pequeña y soñolienta.

Una vez entramos en el edificio la cosa se complica, nuestros caminos se desvían y yo opto por atravesar las aulas de ciencias, para luego salir directamente a los dormitorios masculinos.

Pero todo se trunca cuando una arcada nace de la rubia a mi lado, obligándome a entrar en la primera aula que encuentro y llevándola hacia el lavabo donde, gracias al cielo, no habían instrumentos químicos lavados. Recojo su pelo en una coleta mientras ella se vacía, haciendo sonidos que dejaban pensar que se estaba muriendo lentamente y que me hacían dudar de si nos encontrarían o no.

Abro el grifo y dejo que el agua corra, enjuagando los restos de vomito y los escupitajos que le siguieron. Lo limpio todo desviando el agua con la palma de mi mano hacia los laterales, dando resultado hasta que algo hace eco en mi cabeza.

En el despacho de Russo se reproducían las grabaciones de las cámaras que estaban frente a cada aula.

— Aileen, tenemos que irnos. — hago fuerza para volver a cargarla, pero ella se aleja.

— Ya estoy mejor.

— Genial, pues empieza a caminar porque Russo tiene cámaras y nos han pillado.

En verdad esperaba que no, ojalá esté por ahí buscándonos o dando vueltas sin saber nada de las cámaras.

— Maldito y caliente Russo. — murmura, comenzando a caminar hacia la puerta.

INSTRUCTOR | Timothée Chalamet |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora