Harper Edwards nunca había imaginado que acabaría enamorándose de James Howard, pero las vacaciones de verano han sido muy largas y les ha permitido conocerse mejor. El problema es que ninguno de los dos se ha atrevido a admitir lo que siente el uno...
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—¡Qué empiece la fiesta! —grita Tony, llamando la atención de todo el mundo.
Por suerte se pierde entre la gente y miro de reojo a Kalie. Ha estado callada todo el camino y la furia la está devorando por dentro. No quiero saber qué pasaría si hubieran estado un segundo más juntos.
—¿Me recuerdas porque lo hemos traído con nosotras? —me pregunta cruzando los brazos sobre su pecho.
—En realidad, se ha autoinvitado.
Nos hemos encontrado con él en el portal y nos ha seguido todo el camino. Ha faltado poco para que Kalie sacara el spray de pimienta y le rociara con él, menos mal que la he detenido a tiempo.
—Necesito tomar algo, urgentemente.
—Vamos.
Seguimos a un grupo de chicas por el pasillo hasta dar con la cocina. Aunque no hay mucha gente, porque es una fiesta privada para los amigos de Lía y de su hermano, las botellas están casi vacías.
—¿Quieres que te prepare mi especialidad? —me pregunta Kalie.
—Sorpréndeme.
La dejo preparando las bebidas y cojo mi teléfono para mandarle un mensaje a Lía, pero no me da tiempo ni a encenderlo.
—¡Harper! —chilla Lía desde algún lugar de la sala. Miro a mi alrededor y la encuentro sentada en la encimera de la cocina, con un vaso rojo en la mano.
¿Por dónde ha entrado?
Me acerco a ella y la abrazo.
La miro de arriba abajo y me fijo en que está muy guapa esta noche. Lleva una camiseta de manga corta gris, que no llega a cubrirle el ombligo, unos vaqueros cortos y unas medias de rejilla negras. También lleva un gorro negro en el pelo.
—¿Te lo estás pasando bien? —Se baja de un salto de la encimera y comienza a tambalearse. Rápidamente, la sujeto y ella apoya su mano en mi hombro para no caerse al suelo.
—Acabamos de llegar. Ven, te tengo que presentar a mi compañera de piso.
—¡Claro!
No sé cuánto habrá bebido, pero Lía no puede mantenerse en pie sola.
—Kalie —Le llamo—. Te presento a Lía, mi compañera de clase y la anfitriona de la fiesta.
—Encantada de conocerte Kalie —dice Lía arrastrando las palabras—. ¿Os apetece venir al salón?
Kalie me mira y las dos asentimos a la vez.
Me da mi vaso, lleno de su "bebida especial", y seguimos a Lía hasta el salón. Varias personas se encuentran en el pasillo hablando, otras bailan junto a los altavoces y otros prefieren pasar el tiempo fumando tumbados en los sofás.
Lía se sienta en el suelo, junto a uno de los sofás, y le arrebata el porro a un chico que me resulta familiar.
—¿Qué haces enana? —intenta recuperarlo, pero Lía se lo lleva rápidamente a la boca. El chico hace una mueca y se da por vencido.
