Harper Edwards nunca había imaginado que acabaría enamorándose de James Howard, pero las vacaciones de verano han sido muy largas y les ha permitido conocerse mejor. El problema es que ninguno de los dos se ha atrevido a admitir lo que siente el uno...
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Un pequeño pinchazo en la parte baja del vientre consigue despertarme. Intento respirar hondo para que el dolor se pase cuanto antes y cuando dejo de sentirlo vuelvo a respirar con normalidad.
No es la primera vez que me pasa, llevo unas semanas sintiendo dolor en la espalda y pinchazos en el vientre que me molestan, pero nada más.
Estiro la mano hasta la mesilla de noche y cojo el teléfono para mirar la hora. Apenas son las dos de la mañana, así que todavía puedo dormir un poco más.
—James, ¿me puedes traer un vaso de agua? —digo con la esperanza de que esté despierto y me pueda hacer el favor.
Estiro mi brazo, al lado derecho de la cama, para comprobar si está durmiendo. Al no tocar nada, me incorporo asustada y enciendo la luz.
James no está en la cama.
Me levanto y me acerco a la puerta. No hay ninguna luz encendida en el salón, tampoco la de la televisión. La casa está en completo silencio y no puedo evitar alarmarme.
En la oscuridad, me cuesta un poco encontrarlo pero doy con mi teléfono. Enciendo la pantalla y leo las notificaciones, no me ha dejado ningún mensaje avisándome de que se iba a algún lado.
Entonces, ¿dónde está?
Entro en mi Instagram y no tengo que investigar mucho para descubrirlo, rápidamente doy con la respuesta. Ha subido una foto con una chica, en la que él le está dando un beso en la mejilla, pero eso no es lo que me preocupa. En cuanto leo lo que pone en la descripción todo mi mundo se desmorona en un instante.
@xjameshoward: Las fiestas no son fiestas sin ti. @blairr.davis
¿Quién es Blair?
Entro en el perfil de la chica y no me puedo creer lo guapa que es. Su pelo es rubio, más o menos parecido al mío, y lo tiene largo, le llega hasta la cintura. Tiene los ojos grises, como James, y una sonrisa hermosa.
Las alarmas saltan en mi cabeza y no puedo dejar de pensar porque está pasando la noche con otra chica. ¿No soy suficiente para él? ¿Para eso he venido a Detroit, para ser su segundo plato?
Suelto inmediatamente el teléfono cuando siento otro pinchazo en el vientre, pero esta vez más fuerte. Mi mirada desciende hasta el suelo y suelto un grito al ver pequeñas gotas de sangre en él.
No es mucha, pero si la suficiente para preocuparme.
—No, no, no puede ser. El bebé —Acaricio mi barriga con delicadeza—. Todo va a ir bien, te lo prometo.
Llamo a un taxi y me pide que le espere en la calle, que ya está de camino. Mientras me visto intento contactar con James, le llamo cinco veces pero no responde.
Comienzo a perder los nervios y aunque intento mantenerme relajada, la espera se está haciendo eterna y empiezo a sentir pánico, me cuesta respirar y me tiemblan las manos.
