23 | Harper

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—Ya estáis aquí —Margaret se acerca a mis padres y los saluda con un abrazo—

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—Ya estáis aquí —Margaret se acerca a mis padres y los saluda con un abrazo—. Me alegro de veros, ¿cuándo fue la última vez que quedamos todos juntos?

—Hemos estados muy ocupados últimamente —Se excusa mi madre—. Entre la mudanza de Harper a Boston y nuestros trabajos, no hemos tenido tiempo de nada.

La mirada de Margaret recae en mí y una sonrisa se forma en sus labios, abre sus brazos y me invita a abrazarla.

—¿Cómo estás pequeña? —Su cuerpo toca el mío y se aparta para mirar mi barriga—. Vaya, has engordado un poco desde la última vez que te vi.

Confirmado.

Madison no le ha contado nada a nadie y por lo que veo James tampoco. Abro la boca con la intención de contárselo, pero mi madre se adelanta.

—Ya sabes Margaret, una vez que sales de casa es difícil controlarse con la comida.

Abro los ojos sorprendida y me llevo una mirada de advertencia de mi madre.

—¿Quieres tomar algo? —le pregunta mi padre para finalizar la conversación.

—Una copa de vino blanco, gracias.

Mi padre se escapa y de camino a la mesa se encuentra con Will, se detiene a hablar con él y afronto que una vez más se ha quitado de en medio para evitar a mamá.

Margaret y mi madre continúan la conversación sin mí, así que doy media vuelta y busco a mi amiga con la mirada, pero no es a ella a la que encuentro exactamente. La última persona que esperaba que viniera está cruzando el jardín, acompañado por su padre, y se detiene cuando se reúne con Will y mi padre.

¿Qué hace James aquí?

No puedo evitar mirarle de arriba abajo. Se ha arreglado con una camisa blanca, acompañada de una chaqueta gris, y unos pantalones negros.

Mi padre les ofrece una copa de vino y James la acepta, se la lleva a la boca y da media vuelta para ver al resto de invitados. Nuestras miradas se encuentran al instante y el estómago se me encoge.

No quiero hablar con él delante de mis padres, así que le indico con la cabeza que me siga.

—Ahora vuelvo —le escucho decirle a su padre.

Paso al interior de la casa, recorro la cocina y me detengo en el pasillo. James no tarda mucho en alcanzarme, se acerca a mí para besarme y tengo que detenerlo.

—¿Qué haces aquí?

—Lo mismo que tú, supongo.

—No me refiero a eso. ¿Cuándo pensabas decirme que estabas en Seattle?

—No lo sé, suponía que no querrías verme después de lo de la última vez.

—¿Así va a ser a partir de ahora? —le digo sorprendida—. ¿Vas a alejarte cada vez que algo se te quede grande?

Harper & JamesWhere stories live. Discover now