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(editado)

Sí, definitivamente eso le encantaba

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Sí, definitivamente eso le encantaba.

Parado frente al espejo de cuerpo completo, no podía evitar sonreír al ver esas marcas tornándose moradas. Pasó sus dedos apenas y enseguida sintió la molestia.

—¡Jaemin, voy a salir! —gritó su madre desde el pasillo —, ¿te traigo algo?

— ¡Gomitas! —respondió en voz alta, bajándose rápidamente el suéter por si la mujer llegaba a entrar.

Se quedó quieto oyendo los pasos alejarse, hasta que todo quedó nuevamente en silencio.
Agarró su móvil y le marcó a Jeno.

— ¿Qué? —gruñó el otro apenas contestó.

— ¿Puedo ir?

— No.

— ¿Por qué? —inquirió con un pequeño puchero inconsciente.

— Ya te vi en clases, suficiente por un día. ¿Algo más?

— Estaba viendo lo que hiciste hoy, y me di cuenta que te faltó el otro lado —comentó divertido, alzando de un lado su ropa, viendo la blanquecina piel sin marcas de nada.

Jeno suspiró.

— No estoy solo, está mi madre.

— Apuesto que ella amará al Jaemin que tú odias —sonrió.

— Por eso mismo, así que no —aseveró.

— Por favor —suplicó —, me portaré bien, en serio, sólo quiero estar contigo un rato. Déjame ir.

— Joder, te dije que no, pesado —espetó de malas —, y no vuelvas a llamar porque voy a enojarme —advirtió antes de cortar la llamada.

Jaemin torció los labios con descontento. Seguramente Jeno iba a enojarse mucho si sólo iba, pero aquello en vez de asustarlo le hizo sonreír.
Salió de su cuarto y cruzó el extenso pasillo tarareando una canción, hasta bajar la escalera y llegar al salón principal e irse a la puerta sin ser visto, pero falló miserablemente en su cometido.

— Joven, sabe que no puede salir luego de clases —dijo un hombre de traje.

El morocho maldijo por lo bajo. Formó su mejor sonrisa y se volteó, encarando al mayordomo que lo miraba seriamente.

— Lo sé, pero estaba pensando en ir a comprar dulces —argumentó.

— Tiene muchos dulces guardados en la cocina —recordó, y Jaemin casi frunció el ceño, pero se obligó a mantener la cálida y gentil sonrisa con la que se compraba a todos.

El plan se renueva automáticamente mientras no sea cancelado
El hombre lo miró unos segundos y al final terminó suspirando; no podía negarse a esa encantadora y cálida sonrisa, tampoco a esos ojos brillantes tan expresivos como siempre.

falsa inocencia ♡ nomin ✔Where stories live. Discover now