O38 (T2)

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(editado)

El silencio dentro del vehículo era algo incómodo, más para los dos chicos que iban sentados en la parte de atrás, mientras el frente llevaba a dos mujeres que iban en completo silencio

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El silencio dentro del vehículo era algo incómodo, más para los dos chicos que iban sentados en la parte de atrás, mientras el frente llevaba a dos mujeres que iban en completo silencio.

Las madres de ambos no habían mentido cuando dijeron que irían con ellos para cuando decidieran ver algo para vivir en Suwon. Y es que el tiempo pasaba bastante rápido, y ya estaban a casi fin de año y Jeno sólo estaba con dos materias para aprobar y por fin declararse graduado de la secundaria, así que ya habían decidido ir a su futura ciudad para ver algún departamento.

— Dottori, esto es un poco raro —dijo Jaemin a su lado, abrazado a su brazo y apoyando la cabeza en su hombro, viendo a las mujeres que iban adelante, hablando entre ellas.

Desde que la madre de Jaemin había intervenido en el tema del padre de Jeno, ambas mujeres se hicieron bastantes cercanas, además, estaban contentas de que ellos estén juntos y aprobaban la relación así que mejor que mejor la relación de amistad entre ellas.

— La verdad que sí, pero en fin —dijo sonriendo, dándoles un rápido vistazo para después devolver la vista a la ventana, viendo la carretera.

— Tengo ganas de sentarme encima tuyo y besarte, pero no puedo —musitó estirando su labio inferior mientras apretaba la mano del castaño —, no quiero que nos vean porque van a empezar a molestarnos y no quiero eso.

Jeno no evitó reírse por lo bajo, aunque estaba de acuerdo con el rubio; cuando estaban juntos enfrente de alguna de ellas siempre evitaban ser cariñosos como siempre porque no dudaban de las futuras bromas y tomadas de pelo, cosa que ninguno quería.

Además, siendo honestos, ellos no podían ser muy cariñosos de forma inocente porque no podían evitar terminar en algo más intenso y caliente, simplemente no se podían detener. Tampoco era algo malo que pudiera joderle la vida a alguien, pero ambos saben que deberían calmarse un poco porque hay días que terminan follando unas cuatro veces, y estaba siendo jodidamente demasiado.

Repentinamente, Jaemin soltó una pequeña risa juguetona a su lado, cubriendo su boca con la manga del suéter celeste que llevaba puesto mientras se sonrojaba un poco. Jeno lo miró y el rubio alzó la mirada con amago de sonrisa ladina.

— No me quiero ni imaginar en lo que estás pensando —dijo el castaño, rodando los ojos.

— Luego lo sabrás —fue lo único que dijo, y enseguida agarró el brazo ajeno y lo colocó alrededor suyo mientras enredaba los propios en el torso de Jeno, siendo correspondido al instante.

La madre de Jaemin en cierto momento alzó la mirada al retrovisor y no evitó sonreír al ver a los chicos en el asiento de atrás, abrazados y viendo por la ventana de Jeno mientras hablaban de cualquier cosa en completa paz. Sin evitarlo, estiró la mano y le dio un ligero toque a la mujer a su lado que captó inmediatamente su seña, imitando su acción y viendo por el espejo al par de chicos.

— Desde ahora deberíamos irnos preparando para el casamiento, ¿no? —bromeó la señora Na con una suave sonrisa.

— Sí, no será ninguna sorpresa —respondió la otra fémina. Enseguida se acomodó en el asiento y sonrió con diversión —. Chicos, ¿y los anillos para cuándo? —preguntó inmediatamente.

— ¡Mamá! —chilló Jeno avergonzado mientras Jaemin se reía algo apenado también —, cállate, por favor —pidió en un gruñido mientras se hundía más en el asiento, queriendo desaparecer.

— Cuando quieran adoptar un niño, me dicen y yo les busco el mejor hogar —continuó la otra mujer.

— ¡Mamá! No digas eso. Aish, no seas molesta —bufó un sonrojado rubio mientras se cruzaba de brazos, escuchando las carcajadas de las dos féminas.

— No sé si sea buena idea, es que Jeno no tiene mucho agrado por los pequeños. Mi hijo es un amargado.

— Y Jaemin no serviría para cuidar de uno, es muy despistado. Quizá se le olvida en la tienda y se da cuenta cuando llega a casa.

— ¡Ya paren! —chillaron ambos en una queja al unísono, ofendidos por las palabras de las dos.

Aunque eran verdades absolutas, y ambos lo sabían.

El resto del camino fue entre silencios y charlas sobre lo qué iban a hacer en Suwon una vez que empezaran a vivir ahí.

— Muy bien, aquí tengo direcciones de apartamentos que estuvimos buscando con Jaemin—dijo la mujer mientras sacaba un papel con varios números y direcciones de agentes inmobiliarios.

Iban caminando por la acera de una ciudad desconocida, aunque era tranquila a pesar de verse mucha gente.
Las dos mujeres iban adelante viendo folletos de apartamentos y casas, mientras los dos chicos caminaban varios pasos detrás, reacios a ir a la par de las dos "locas".

— Dottori—llamó Jaemin mientras caminaban.

— ¿Qué ocurre?

— ¿No quieres casarte conmigo? —preguntó sin vueltas.

— ¿Qué? —murmuró con una risita de incredulidad. Se detuvo y miró al rubio como si estuviera loco.

— Es que pareció no gustarte la idea cuando omma lo mencionó.

— Jaemin, apenas tenemos dieciocho, ¿de qué hablas? —soltó volviendo a caminar.

— No digo que sea ahora, Dottori, pero más adelante, ¿no te gustaría?

— Se supone que eso debería ser sorpresa, ¿no? —opinó mientras miraba la vidriera de una librería, sintiendo a Jaemin a su lado.

— Esa mierda tradicional no. Si de todas formas lo estamos hablando ahora, incluso cuando sea el momento podemos ir los dos a comprar los anillos y a la mierda, eso sería mejor, al menos para mi.

— ¿Y a tí te gustaría? —preguntó luego de unos segundos, sin notar la emoción oculta en los ojos brillantes del rubio que sonrió al instante.

— Es mi sueño. No, en realidad, tú eres mi sueño, y... y-yo siempre soñé con casarme contigo, desde que te vi por primera vez —confesó sonrojado.

— Voy a tenerlo en cuenta entonces —declaró sonriendo, y Jaemin no demoró en sonreír emocionado mientras lo abrazaba fuertemente.

— Te amo.

— Yo también —susurró mientras lo abrazaba y acariciaba su cabello, olvidándose por completo en donde estaban.

— ¡Chicos! Ya contacté a uno de los agentes y tenemos que ir a encontrarlo —avisó la mamá de Jaemin mientras se acercaba.

Ellos asintieron y enseguida la siguieron hasta el coche nuevamente.

Ahora debían ir a ver las opciones que tenían para comprar, y algo les decía que iba a ser una tarea difícil con las dos mujeres ahí, porque ambas eran igual de pesadas y juntas estaban siendo como una pesadilla para ambos chicos.

Ahora debían ir a ver las opciones que tenían para comprar, y algo les decía que iba a ser una tarea difícil con las dos mujeres ahí, porque ambas eran igual de pesadas y juntas estaban siendo como una pesadilla para ambos chicos

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