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(editado)

Abrió apenas los ojos, encontrándose a primera vista con el balcón entreabierto

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Abrió apenas los ojos, encontrándose a primera vista con el balcón entreabierto.
Enseguida sintió el cuerpo ajeno pegado al suyo bajo el cobertor. Sólo tuvo que bajar un poco la mirada para encontrarse las hebras azabaches pegadas a su pecho, puesto que Jaemin lo abrazaba fuertemente incluso estando dormido. Hasta tenía las piernas entre las suyas, no queriéndolo soltar por nada.

Luego de ducharse, decidieron dormir un rato ya que era de mañana y él no podía regresar a casa hasta la tarde, no iba a decirle a su madre que se había ido del instituto sólo porque a Jaemin le dio el calentón.

Se quedó quieto, sólo sintiendo la suave y cálida respiración del pelinegro contra la piel de su pecho, sin embargo, no tardó en sentir un pequeño movimiento y al instante los párpados ajenos se abrieron.

Jaemin depositó un beso sobre la piel del contrario y se terminó deslizando hacia arriba, escondiendo el rostro en el cuello del castaño.

— ¿Dormiste bien? —preguntó con la voz rasposa, sin soltarse del abrazo.

— Sí.

Era la primera vez que dormía en una casa ajena, más bien, en una cama ajena.
Hasta la cama era de lujo, lleno de almohadas y cojines. Admitía que nunca había dormido tan bien, y eso que Jaemin se había pegado a él y se terminó durmiendo, usándolo de peluche. No lo había apartado, simplemente lo dejó porque estaba cansado y con sueño.

— Quita la mano —gruñó repentinamente, cuando volvió a la realidad al sentir la mano juguetona de Jaemin acariciar su espalda desnuda, descendiendo hasta su trasero... el cual estaba tocando ahora mismo.

— ¿Por qué? —inquirió con una pequeña risa, comenzando a depositar besos en su cuello —, me gusta tocarte —musitó ya serio.

— Y a mi no me gusta que me estés manoseando —espetó.

— Eso hago cuando estamos follando —argumentó inocente sin dejar de tocarlo.

— Jaemin—advirtió, pero el pelinegro sonrió y lamió su cuello mientras movía la mano por su cadera hasta meterla dentro de la ropa y tocar la longitud del castaño —, que puto adicto —dijo, pero al final lo agarró de la nuca y lo besó sin dejar de sentir la cálida mano moviéndose a su alrededor.

Jaemin se separó para quitarse rápidamente la ropa, pero la mano ajena lo detuvo cuando estuvo a punto de quitarse el suéter.

— No lo quites —demandó ronco.

El morocho iba a decir algo, pero fue volteado rápidamente. Jeno agarró una almohada y la dejó debajo suyo, luego agarró las caderas y lo obligó a levantar un poco el trasero, cosa que el otro no impidió. Se echó encima suyo mientras acariciaba y apretaba uno de los glúteos, oyendo de cerca los gruñidos ahogados del pelinegro que se notaba ya impaciente, necesitado.

falsa inocencia ♡ nomin ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora