O25

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(editado)

El veintidós de septiembre llegó y con ello la emoción de Jaemin también, ya que era el cumpleaños de su Dotori

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El veintidós de septiembre llegó y con ello la emoción de Jaemin también, ya que era el cumpleaños de su Dotori. Estaba más emocionado que el cumpleañero, porque de hecho a Jeno le daba exactamente igual, no era especial para él.

—¿De verdad no quieres hacer nada, Dottori? —preguntó por quinta vez un desilusionado pelinegro mientras se colgaba del brazo ajeno, de camino al instituto.

Había ido a su casa, le preparó el desayuno con más esmero, lo despertó de la forma que cualquier persona espera despertar, e incluso lo estaba incitando para ir a algún lado, a donde quisiera el castaño, pero ciertamente él no estaba nada emocionado.

—No, ya te dije que no es importante —volvió a decir mientras seguía caminando y sentía el agarre del otro chico —, además, no hay ningún lugar al que quiera ir.

—Pero yo quería salir contigo y que pasaras un lindo día —se quejó nuevamente con pena.

— No hace falta ir a ningún lado, Jaemin, podemos ir simplemente a casa y ver alguna película. Ya sabes, lo simple.

— Que aburrido —murmuró estirando su labio inferior.

Jeno sonrió divertido al oírlo.

— Sólo quiero estar contigo, pero si crees que será aburrido entonces puedes irte a casa y...

— ¡No! —chilló rápidamente, alzando el rostro y abrazándolo. La angustia y decepción no demoraron en disiparse por completo al oírlo.

Jeno le había dicho que quería estar con él, cuando antes sólo lo empujaba lejos y le exigía dejarlo en paz, ahora le dice que quiere estar con él.
Estaba a punto de llorar de emoción. Ya no tenía dudas de nada, ni de su relación con el castaño, o haber aguantado durante ese tiempo el maltrato y la tristeza, estaba seguro que lo haría de nuevo mil veces si al final conseguía enamorarlo.
Estaba sucediendo lo mejor de su vida.

— ¿No qué? —inquirió reteniendo una sonrisa socarrona.

— No iré a casa, iré a donde vayas tú. Podemos ver una película o lo que quieras —cedió bajando la vista hasta sus pies que no dejaban de moverse sobre la acera. En ese momento recordó algo, y no retuvo su sonrojo. Su rostro y orejas quemaban, e incluso la sensación de incertidumbre se instaló dentro suyo, sintiendo que había algo más, algo que desconocía —. Hace unos días te dije que te daría el regalo que quisieras, y eso sigue en pie, así que sólo pide lo que quieras —recordó avergonzado, pero tan seguro que no dudaba ni por un segundo.

— ¿Incluso te vestirías de gato o conejo?

Inmediatamente abrió los ojos como platos mirando al castaño que no hacía más que mirar al frente mientras esperaban en la esquina para cruzar.

— S-si quieres —musitó.

Y Jeno no demoró en echarse a reír.

— Es broma, no voy a pedirte eso.

falsa inocencia ♡ nomin ✔Where stories live. Discover now