Capítulo 21.

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-Hola Julieta ¿La enfermera no está trabajando?

-¿Qué haces aquí?- Preguntó Betty viéndolo entrar.

-Decidí seguirlos.- Jughead se encogió de hombros. -¿Estás bien?

Betty negó con la cabeza, Jughead la acercó a el tomándola entre sus brazos. La cabeza de Betty quedó hundida en el hueco entre el cuello y el hombro del pelinegro, se sentía protegida, se sentía bien, y comenzó a llorar. 

-Tranquila Betts todo estará bien.- Susurró en su oído. Un escalofrío recorrió la espalda de la chica. Jughead acariciaba su espalda con una mano y su cabello con la otra. 

Betty se separó sorbiendo por la nariz. 

-Están locos.- Exclamó alejandose  del chico para acercarse a su tocador. Tomó un pañuelo de papel y secó las lágrimas que habían escurrido por sus mejillas. -Mis padres están locos.

-Son padres, todos están locos.

-Pero...- Hubo unos segundos de silencio. -¿Qué tal si tienen la razón? ¿Qué tal si yo soy quien está loca y ellos son los normales?

-Hey.- Jughead se acerco a ella tomándola por los hombros. -Todos estamos locos.- Betty suspiró.

-Pero...

-No somos nuestros padres Betty, no somos como nuestras familias.- Betty asintió lentamente.

-Además...- Jughead abrió la boca para decir algo más pero la cerro antes de decirlo.Betty lo miró expectante mientras levantaba la ceja izquierda.

-¿Además?- Espero a que Jughead completara la frase. -¿Qué?- Dijo soltando una pequeña risa.

Los ojos del chico se dirigieron a los rosados labios de Betty, se acercó decidido a hacer lo que durante más de un año había soñado. Tomo la cara de la rubia entre sus manos para acercarla a el enfrascando a ambos en un lento y tierno beso.

Las manos de Betty comenzaron a sudar, sentía miles de mariposas al rededor de su cuerpo, su sangre corría como nunca, y su corazón bombeaba tan fuerte que pensaba que hasta Jughead podía escucharlo. El pelinegro se sentía exactamente igual, sin embargo sabía que no eran nervios, todo lo que sentía era felicidad.

Se separaron, Jughead aún tenía sus manos en el rostro de la chica, una pequeña sonrisa se formó en los labios de ambos.

Betty abrió la boca intentando formular una oración, o una palabra como mínimo. Nada salió.  

Jughead rio ligeramente y se acercó de nuevo a ella, uniendo sus labios por segunda ocasión, Betty siguió el beso segundos después, las manos de Jughead viajaron a la cintura de la chica, al mismo tiempo los brazos de Betty fueron directo al cuello del pelinegro.

-La cena está... ¡Que estás haciendo!- El gritó de Alice Coopper resonó en la habitación. Los chicos se separaron mirando hacia la portadora de aquel grito.  

La cara de Jughead se tiño completamente de rojo, y el rostro de Betty perdió todo el color existente.

-¡¿Qué pasó?!- Un grito lejano se escuchó. -¡Alice! ¡¿Está todo bien?!

Alice se adentró en la habitación azotando la puerta.

-Tienes suerte de quien haya entrado fuera yo y no tu padre.- Exclamó Alice molesta. Apunto con el dedo índice a ambos chicos, después lo llevó a sus labios haciendo una señal de silencio.

-¡Todo está bien Hall! ¡Sólo una mancha en la alfombra de Betty!- Gritó. 

-Mamá... yo...- Tartamudeo.  Alice la miró, y si las miradas mataran en este preciso momento Elizabeth Coopper estaría muerta. 

-¿Cómo entraste?- Cuestionó a Jughead.

-Por la ventana, soy... soy bueno escalando.- Alice negó con la cabeza. 

-Si Hall te ve aquí los tres estaremos muertos.- Dijo molesta.  Paso la mirada de uno al otro. -¿Qué? Ninguno piensa disculparse?

-Lo si...- Jughead la interrumpió. 

-¿Por qué deberíamos hacerlo?- Betty enmudeció.

-Entraste a mi casa sin mi permiso.- Exclamó Alice molesta acercándose al chico.

-Sin embargo no me arrepiento.- La miro de la misma forma. -Y si no me arrepiento de algo, no me disculpo por ese algo.- Alzó las cejas, no era difícil leer que se estaba burlando de la mujer.

-Fuera de mi casa.

-No.- Dijo Betty interponiéndose entre ambos. -Yo... lo invite a la cena de esta noche, por eso está aquí. 

-Pudo entrar por la puerta Betty.

-¿Papá iba a dejarlo?

No hubo respuesta. 

-Bien, que vuelva a su casa a cambiarse, y nos vemos en una hora.- Se dio vuelta, caminó hacia la puerta del dormitorio, tomó el pomo y se giro hacia el par de chicos. -Y Jughead, entra por la puerta esta vez.

Salió de la habitación.

Betty sintió como el aire abandonaba sus pulmones.

-¡Oh por Dios!- Exclamó Betty tomando su cabeza.

-La verdad en mi imaginación todo resultaba peor.- Camino hasta la cama dejándose caer en ella. -Pero claro en mi imaginación tu madre era una versión humana de Godzilla.

Betty rio entre dientes. Negó con la cabeza y camino hasta estar frente al chico.

-Debes irte.- Jughead la sujeto por la cadera, levantando la ceja.

-¿Me estás corriendo Betty Coopper?- La rubia negó por segunda vez.

-No, pero debes arreglarte.- Lo miró hacia abajo.

Colocó la mano en la cabeza del pelinegro acariciando el sedoso cabello del chico, Jughead enterró la cabeza en el vientre de la chica abrazándola.

-Hueles delicioso.- Murmuró.

-Es porque yo si me baño.- Dijo en un susurro. Ambos rieron por lo bajo.

Se quedaron largos minutos de esa manera, el chico del gorro sentado en el borde de la cama de la rubia, abrazándola por la cadera, con la cabeza recargada en su no tan plano abdomen. Se sentía bien, se sentía a salvo, tenía a la chica perfecta acariciando su cabello y eso le encantaba. 

Su teléfono sonó, haciendo que la perfecta armonía se rompiera, Jughead suspiró tomando el móvil, cerró los ojos fuertemente y desvió la llamada.

-Debo irme.- Dijo mirándola hacia arriba. -¿A qué hora es la cena?

-A las siete.- Se separó de el para que pudiera ponerse de pie. -Pero debes estar aquí veinte minutos antes para que podamos salir juntos y llegar a tiempo. 

El chico asintió, se levanto y frotó el puente de su nariz con el índice y el pulgar. 

-De acuerdo, estaré aquí a tiempo.- Caminó hacia la ventana. -O al menos lo intentare.

Betty asintió viéndolo sentarse en el borde de la gran ventana. 

-Está bien Julieta, te veré en unas cuantas horas.- La miró. -¿Puedes acercarte un poco?

Betty asintió colocándose nuevamente frente a el, se inclinó un poco quedando a su altura, y miró sus profundos ojos verdes. Sonrió ligeramente.

-¿Mi cara te da risa?

-La verdad sí.

-La tuya me encanta.- Betty se puso roja rápidamente. -Te veré más tarde.- Depositó un corto beso en los labios de la chica y salió del lugar. 

Betty suspiró contenta, soltó un pequeño chillido, caminó a la cama, subió y enterró la cara en su almohada. 

Vaya día.

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