Capítulo 48.

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Un estallido resonó haciendo que Betty abriera los ojos, algo había sonado con demasiada fuerza y la chica no tenía idea de que podría estar pasando.

Un gritó acompañó el estallido haciéndola poner de pie.

Caminó a paso veloz a su cajonera, la abrió y comenzó a buscar a gran velocidad el taser que su madre le había obsequiado a los 15 años, lo escondió en el borde de su pantalón y salió de la habitación. Tomó una larga respiración y giró rumbo a las escaleras, con el corazón palpitando con tanta fuerza que ella juraba era sobrehumana, bajo uno a uno los escalones que llevaban hacia el recibidor. El sonido de cosas cayendo y rompiéndose la puso más alerta aún.

Betty adivinó que sus padres no estarían en casa, de ser así ya habrían policías dentro.

Un grito resonó a lo lejos. Betty elevó la mirada, el miedo había comenzado a paralizarla, tomó el taser con la mano derecha y caminó de espaldas rumbo al teléfono, con la mirada fija en el pasillo de la cocina.

Marcó el número de Jughead, pero no contestó, siguió con el de Toni esperando que al contestar pudiera comunicarle a su novio sin embargo nadie atendía. Los nervios se hacían más fuertes a medida que el tiempo transcurría.

Elizabeth Cooper temía lo peor, pues los gritos y el sonido del cristal haciéndose pedazos comenzaban a hacerse más constantes y fuertes. ¿Acaso nadie escuchaba lo que estaba pasando en la casa Cooper? Ahí jamás habían gritos.

Digitó un ultimo número. Nadie contestó.

Azotó el aparato en el cargador del mismo, arrepintiéndose enseguida de la acción. El ruido de unos pasos había comenzado a hacerse presente en el pasillo.

Con el taser bien sujeto entre ambas manos, enderezó su espalda intentando verse más grande de lo que realmente era, algo así había leído en uno de los libros de detectives de la biblioteca, lamentablemente, eso sólo funcionaba con los osos, y ella, no sabía a qué iba a enfrentarse.

Una figura se hizo presente en la habitación. Un hombre alto, con cabello rizado y oscuro, el cual portaba una máscara de diablo. En la mano derecha sostenía una navaja, la otra mano, se encontraba completamente libre. Aquel sujeto vestía completamente de negro, y sus botas parecían militares pues eran gruesas y demasiado toscas.

-Elizabeth Cooper, supongo.- Dijo. Su voz era áspera, como si fumara demasiados cigarrillos al día. -Dime Elizabeth, ¿Le temes a la venganza?

La chica estaba estática, tenía a un Ghoulie presente en su casa, y estaba completamente sola

(...)

La vibración de una llamada retumbó en el rincón de la cama, con mucha pereza lo levantó a la par que bostezaba.

-¿Sí?

-Toni- Dijo la voz al otro lado. - Necesito que envíes gente a casa de Betty acabo de... - El sonido de múltiples detonaciones se hizo presente.

-Tony.- Dijo casi en un grito. -¿Estás bien? ¿Me escuchas?

La pelirrosa se arrastró hasta quedar detrás del mostrador junto a Fangs, el moreno tenía un arma en la mano.

-Sí, Fangs y yo lo estamos.- Respiraba agitada. -¿En dónde estás? - Más disparos comenzaron a escucharse, sin embargo estos sonaban con mayor intensidad. Seguramente las serpientes contraatacaban.

-Camino al Wyrm.

Los disparos iban y venían y la pobre chica no podía salir de su escondite pues cada que lo intentaba el moreno a su lado la hacía volver al suelo. Si bien Toni era muy buena disparando ninguno quería tentar el destino y arriesgarse a que la lastimaran.

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