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-¿Zelds?- Él hombre entró para encontrar a ambas mujeres sentadas frente a frente en el suelo- ¿Qué está pasando?

-Oh... Faustus- Ella se levantó rápidamente mientras que su cara era de miedo... ¿A ese hombre?- La Subcomisaria vino a darme información...

-Exacto Sr. Blackwood, bueno yo debo irme, si necesitan algo no duden en llamarme- Recalcó para la pelirroja mirándola severamente al notar el miedo que vio en sus ojos cuando Faustus las encontró en la sala de la Mansión- Nos vemos.

-Me puedes explicar por qué estaban así...- Dijo molesto agarrandola del brazo.

-Sueltame- Dijo mientras se alejaba de él- Me dio una crisis de pánico, Faustus, nada más que eso...

- No quiero que te distraigas y pienses que yo no me he dado cuenta de como miras a esa patética detective- La agarró de los brazos forcejeando- Aunque no estés conmigo, sigues siendo mía ¿Entendiste?

-¡Déjame en paz! ¡Maldito Cerdo! ¿Donde está Sabrina?- Gritó mientras con una fuerza que salió de su interior lo empujó contra la pared- ¡Dime maldito! Te escuche hablando por teléfono anoche...

-Estas loca, tu hija solo está llamando la atención- Dijo riendo- ¡Ahora no vuelvas a tratarme asi!...- La agarró del cabello lanzándo a Zelda al suelo con tanta fuerza que ella se golpeó la cara contra la punta de la pequeña mesa que había ahí dejándola con un moretón en la cara- Maldita lesbiana...

Cuando el hombre desapareció de la vista de la mujer, se levantó agarrándose la mejilla para ir rápidamente al baño, comenzó a llorar claramente entrando en pánico, estaba cansada, triste y quería a su hija de vuelta.
La niña no sabía lo que pasaba entre la relación de Zelda y Faustus, aunque siempre supo que aquel hombre era un misogeno jamás se imagino los constantes maltratos de él hacia su madre.
Aquello comenzó cuando Zelda comenzó a sentir algo por su vieja amiga, Marie, aquella mujer le había dado el pie para saber quien era realmente y lo que sentía.

Cuando Zelda logró calmarte lavó su cara delicadamente sintiendo el dolor punzante y subió a su habitación para encerrarse.

-hija...- Tomó un cuadro de Sabrina sobre su tocador- Debes aparecer, por favor...

Brigada de investigación

La morena estaba alimentándose, estaba hambrienta, sus pensamientos se relajaron por fin cuando pudo saciar su hambre, estaba completamente sumida en sus pensamientos, aquella pelirroja la dejó enternecida, hace demasiado tiempo que no se permitía sentir algo mas que lujuria por una mujer, pero la mirada de aquella pelirroja la dejó consternada.

-¡Jefa!- Dijo uno de sus hombres- ¡Tenemos algo!

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