Una Familia de Cinco

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Desafortunadamente, la niña, tercer hijo del Soukoku no pudo mantenerse con vida. Murió incluso antes de ser tomada en brazos por sus progenitores.

Dazai y Chūya salían del hospital con una carreola doble, donde Ryūnosuke iba en la parte trasera, sentado, y Atsushi en la delantera, recostado y dormido, cubierto con su pequeño y suave cobertor de Mickey Mouse.

El pelirrojo continuaba llorando por su gran pérdida, mientras Dazai empujaba la carreola con los niños. Se sentía mal por Chūya y por su niña, ambos la esperaban con ansias e hicieron muchos planes que querían lograr una vez l menor naciera, pero por cosa del destino, esos planes jamás podrán ser. Ninguno de los dos tenía pensado en volver a tener otro niño ni de manera sexual ni por el Arahabaki.

Ahora debían continuar su vida con el par de niños que ya existían. Vivir para ellos, darles el amor y cariño que se merecen aun cuando no estaban en sus planes siendo tan jóvenes.

El castaño caminaba a paso lento por su pareja, siendo sostenido por el mismo de uno de sus brazos. Chūya no pronunciaba palabra, estaba bastante adolorido y Dazai... Él sólo respondía la poco entendible conversación que tenía con Ryūnosuke desde la carreola.

— Papi, eso...

Ryūnosuke señalaba un muñeco de peluche que estaba en un ventana de una tienda departamental. Había llamado su atención y lo quería.

— No, Ryū, eso está muy caro. Papá no puede comprarlo ahora.

Explicó Dazai con voz gentil y adecuada para un niño. El pequeño azabache se quejó, haciendo ligeros pucheros y señal de que iba a llorar.

— Papi, yo lo quiello.

Sollozaba, queriendo bajar de la carreola para ir tras el juguete. El de vendaje se vió obligado a separarse un poco de Chūya para ir a controlar a su hijo mayor. Sacó al niño de la carreola y lo tomó en brazos, intentando calmarlo y hacerle entender que las cosas no se podían en ese momento.

— Yo me llevo la carreola con Atsushi, Dazai. Pero por favor, controla a Ryū, no soporto oírlo llorar ahora. No estoy de humor.

Dijo Chūya con cansancio, tomando la carreola para empujarla, mostrando aquella tristeza que aún sentía y seguramente sentiría por siempre. Aunque pasen los años.

Dazai suspiró. Odiaba ver a su amado así, culpándose de la muerte de su hija. Sólo quería darle un tiempo a solas aunque estuvieran uno muy cerca del otro y de los niños.
Palmeaba la espalda de Ryū, mientras que el niño recargó su cabeza y cabellos azabaches en uno de sus hombros, algo soñoliento.

— Ryū está más tranquilo, Chūya. Se va a dormir.

Chūya volteó un poco para verlos. Era una hermosa imagen para él, y ver a Atsushi durmiendo entre su cobertor de Mickey también lo era. Se puso a pensar en el lugar donde estaría esa pequeña niña pelirroja en ese momento si tan sólo estuviera con vida. Nuevas lágrimas se adueñaron de sus ojos. Continuó su camino.

Unos pasos más adelante, a la vuelta de la esquina de un edificio, un hombre de cabellera tinta y muy conocido para Dazai, estaba frente a ellos.

— ¿M-Mamá...?

Ahora fueron los ojos del castaño los que se llenaron de lágrimas. En verdad era él la persona de quien estuvo separado la mayor parte de su vida: Sakunosuke Oda.
Apenas podía creerlo.

Con Ryū en sus brazos, se aproximó más a aquel hombre para saludarle con una sonrisa y llanto silencioso de felicidad. Chūya estaba confundido.

Dazai no tenía ningún resentimiento en contra de su madre. Sabía perfectamente porqué le había dejado de esa manera y lo entendía. Sólo... Quería abrazarlo y decirle lo mucho que lo extrañó, pero sus brazos estaban ocupados para hacerlo.

— Shūji... Osamu-kun...

El adulto de veintiocho años de edad, Oda, no dudó demasiado y se acercó al adolescente para abrazarlo con fuerza, amor, cariño y cuidadoso de no lastimar la niño que se interponía dormido en el abrazo.

— Te extrañé muchísimo, mamá. Me hiciste mucha falta todos estos años...

Sollozaba, pero estaba feliz. Oda lloraba arrepentido, odiándose a sí mismo por haber cometido tal crueldad. Acariciaba la cabellera castaña de su hijo y besaba su frente y mejillas varias veces, de manera cariñosa y tierna.

— Yo, lo lamento mucho, hijo... Estoy arrepentido, por lo mal que te hice pasar...

Fue en ese momento cuando Atsushi comenzó a llorar, despertando y haciendo que Chūya lo sacara de la carreola para arrullarlo. Sakunosuke miró a aquel joven pelirrojo y de semblante triste que acompañaba a su hijo. Traía un bebé.

— Ahora dime, ¿es tu amigo?

Preguntó curioso. Accidentalmente, al separarse del abrazo, despertó a Ryū, pero pronto Dazai lo hizo dormir de nuevo con una ligera arrullada.

Dazai sonrió, acercándose a Chūya.

— No, mamá. Chūya es mi novio. Él es Ryūnosuke y el más pequeño Atsushi. Ambos son tus nietos.

Respondió. Si bien, seguía siendo una situación extraña para él, para Odasaku lo era aún más. Estaba sorprendido.

— ¿N-Nietos? ¿Soy abuelo?

— Sí, pero las cosas no fueron como te imaginas...

Contestó avergonzado, y con cierto sonrojo en sus mejillas.

— Ustedes se ven algo...mal. Vayamos a mi casa, quiero conocerlos mejor.

Invitó amable. Chūya accedió sin problema. Estaba tan decaído, mucho más que Dazai, que podría cometer cualquier locura si se lo propusieran.

— Sucede que... Nuestra bebé murió ayer. Chūya y yo estamos muy lastimados. 

SK SOUKOKU EN CONCIERTO

Aparecía un anuncio en varias televisiones enormes de la ciudad, ambos suspiraron cansados.

— No iré. No tengo ánimos de nada, Dazai. Ese concierto no debimos aceptarlo.

Murmuró. Oda estaba más confundido que antes.






Arigatou por Leer este y el otro fic!!

FAMILIA IMPROVISADAWhere stories live. Discover now