El hijo de Mori

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La fiesta terminó, y nadie supo porqué Mori se estaba festejando como madre. Se quedó en misterio y nadie pudo descubrir la verdad.

Ahora el jefe de la Port Mafia iba a visitar a su hijo que hacía semanas que no veía. Lo amaba, él le había dado la vida, pero no quería revelar la identidad de su hijo aún cuando todos ya lo conocían, pero no como cercano a él.

Al llegar a la casa, el presidente de la Agencia de Detectives Armados fue quien abrió la puerta del lugar. Mori sabía que al llegar ahí debía entrar con rapidez, y así, evitar ser visto por alguno de sus subordinados o los subordinados de Mori.

- Mori, finalmente estás aquí. Y con... Elise-chan...

Saludó Fukuzawa, mirando a la pequeña rubia. A Elise no le caía muy bien el presidente de la Agencia, pero debía aceptarlo si su amo así lo quería.
El azabache mafioso besó una de las mejillas del contrario de manera tierna, para luego recibir del mismo un beso en los labios, que pasó de tierno a un poco apasionado.

- ¿Vienes a verlo a él? Está comiendo dulces en su habitación.

Informó el de cabellera gris. Mori sonrió.

- ¿Por qué no me parece extraño?

Respondió divertido, caminando hacia la habitación de su hijo acompañado de Fukuzawa. Ambos habían ocultado su relación todo este tiempo, y lo seguían haciendo. Para su buena suerte, sólo ellos y el mejor Detective de Yokohama sabían sobre la situación, ya que el mejor Detective de Yokohama, bajo el nombre de Ranpo Edogawa, era su hijo.

Ranpo tenía varias golosinas sobre su escritorio. Había estado investigando un mismo caso desde esa mañana y estaba por resolverlo, pero el jefe de la mafia llegó a interrumpirlo.

- Ranpo-kun, tu madre está aquí. ¿No vas a saludarlo?

Avisó el de kimono. El castaño comió una papita más para luego levantarse de su asiento e ir hacia Mori, con aburrimiento y sin interés.

- Hola. Espero que hayas pasado buen día ayer. Dime, ¿necesitas algo, señor mamá?

Preguntó con fastidio. Tenía poco o nada de interés en la Port Mafia. Él sólo pertenecía a la justicia, y odiaba ser el hijo del jefe de la peor organización de todas. En cierto modo le avergonzaba, así que también estaba de acuerdo en no revelar su parentesco con ninguno de los dos.

Mori besó la frente del joven y mostraba su felicidad por verlo. Traía una caja de galletas hechas por él para Ranpo, aunque al chico, de 23 años no parecía agradarle ni los regalos de su madre.

- Quería verte, Ranpo. Preparé unas galletas para tí con ayuda de Elise-chan.

Entregó la caja. El castaño se encontraban serio, pero no dudó en recibir aquella caja cuyo contenido eran las galletas que tanto amaba.

- ¿Por qué esa niña tuvo que meter mano en tus deliciosas galletas, mamá?

Interrogó celoso, abriendo la caja para verificar si las galletas estaban en buen estado. Elise frunció el ceño y se molestó un poco, cruzó los brazos y no quitaba la vista de encima al hijo de su amo.

- Elise-chan sólo me acercó los ingredientes... Ella no sabe hacer galletas.

Corrigió nervioso, para quedar bien frente a su hijo. El detective sonrió y se abalanzó a Mori para abrazarlo repentinamente, recargando su cabeza en el pecho del adulto. Era un poco... ¿Tsundere con su madre? Quizás.

- ¡Te quiero, señor mamá mafioso Rintarou Mori Ougai obsesionado con las niñas pequeñas y doctor loco!

Dijo juguetón. Mori sonrió y correspondió al abrazo. Fukuzawa se acercaba a ambos y sacó un anillo para ponerlo al distraído de Mori.

FAMILIA IMPROVISADAWhere stories live. Discover now