Lo Que Esconde Odasaku

549 91 75
                                    

CAPÍTULO AGRIDULCE

Oda había salido de la casa mientras que nadie se dió cuenta, o eso creía.

Caminó a un río cercano, y estaba sobre el puente, mirando el agua y lo bien que le caería entrar y no salir jamás de ahí.

La pesadilla de Fyodor no había terminado para su familia. Le hacía daño a él, incluso a hijastro Chūya y a su nieto Ryūnosuke. Estaba cansado de vivir de ese modo, sintiendo miedo de que algo más terrible podría ocurrirle a Osamu a algún otro miembro de su familia.
Tenía la necesidad de abandonarlo todo, aunque se sintiera cobarde a la vez, y descansar después de tanto dolor.

Caminó hacia la orilla, entrando lentamente al agua. Se quitó su camiseta y derramó algunas lágrimas al ver la pequeña protuberancia que tenía en su abdomen. No podía soportarlo, pero matar no era lo suyo.

— Tú y yo no debemos vivir.

Se llevó ambas manos a su pequeño bulto al descubierto. No se notaba mucho todavía a sus dos meses. Se adentraba al agua, la cual ya llegaba hasta su cintura.

— No quiero que tengas una vida tan dolorosa como Osamu-kun, al no poder aceptarlo como se merece...

Sus lágrimas salían más. El agua helada le agradaba bastante. Llegaba hasta la mitad de su abdomen.

— Sé que ninguno es culpable. Pero yo... No puedo seguir... No quiero otro hijo de ese maldito Demonio...

Seguía caminando, sintiendo más la corriente del río.

— No quiero avergonzar a mi esposa ni a mis hijos, ni sentirme humillado nuevamente. Yo... Lo siento mucho, bebé. Espero que Osamu-kun pueda comprenderlo...

Empezó a zambullirse en el río, esperando no ser visto por nadie.

— Papi...

Ryū movía a Dazai para despertarlo, hasta que lo logró.

— Hmm, ¿Por qué me despiertas, Ryū?

Preguntó soñoliento. El niño jalaba uno de sus brazos para guiarlo hacia afuera.

— ¿Qué te pasa, Ryūnosuke?

Cuestionó un poco molesto por tanta insistencia.

— Abuelito Odashaku en el río. ¡Se está ahogando!

Avisó asustado.

El niño había seguido a Oda sin escuchar todo lo que decía. Los miró entrar al río, y corrió de vuelta al interior de la casa par avisar a su padre. Estaba muy asustado.

— ¡Que abuelito no se ahogue!

Dazai se levantó rápidamente del suelo, dejando su sueño de lado.

— Quédate aquí, Ryū. O ve a la habitación con Chūya. Por ningún motivo salgas de casa, ¿está bien?

Aconsejó con prisa.
El niño asintió con la cabeza, y así Dazai pudo irse tranquilo, confiando en el menor.

No le importó ponerse zapatos o sus pantuflas caseras, corría con el dolor en sus pies por las piedras cercanas al río y a la casa, tenía algunas cortadas y sangre, pero le dolería más si el hombre que le dió la vida terminara suicidándose y de una manera cruel.

FAMILIA IMPROVISADAOnde histórias criam vida. Descubra agora