¿Felicidad?

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POCA REDACCIÓN.

Kouyou llegó a casa muy asustada, llorando y gritando con "terror" por la desaparición de Atsushi.

— ¡¡Atsushi-kun, desapareció, alguien se lo llevó!! ¡¡Perdóname, hijo!!

Sus dos objetivos: deshacerse de bebé Atsushi, y posteriormente, causar gran impacto en Chūya para que el veneno de antes y el susto le hicieran abortar.

— ¡¡¿EH?!! ¡¡¿CÓMO PUDISTE DESCUIDARTE?!! ¡¡ATSUSHI JAMÁS SE IRÍA DEL LADO DE SU ACOMPAÑANTE!! ¡IMPOSIBLE, MAMÁ!

Gritaba alterado, saliendo con prisa de la casa, sin importarle si venía un coche por la calle.

Kouyou volvió a irse de casa, pero esta vez, llevó a bebé Karma con ella. Chūya estaba muy desesperado, cuando el instinto de la habilidad de tigre del pequeño Atsushi, le ayudó a regresar a casa.

Chūya abrió la puerta, encontrándose con su pequeño retoño, llorando muy asustado, y aún con su colita y orejas de tigre cachorro que habían llamado la atención de muchas personas allá afuera.

— ¡Mi bebé! ¡Atsushi!

Fue hacia el niño, poniéndose a su altura y abrazándolo con fuerza. Besó sus mejillas y limpiaba esas lágrimas de dolor que tenía el albino. Juntaba su nariz y la de Atsushi frotándola de manera tierna y cariñosa.

— Ya, cariño. Estás aquí, conmigo.

— Mucho miello, mamá~

Decía entre llantos. El pelirrojo lo levantó en brazos y lo acunó con cuidado. Caminó con él hasta su habitación, donde se sentó sobre su cama, recargándose en la cabecera.

— Lo sé. No debes alejarte de los adultos, Atsushi. Podría ser peligroso. Afortunadamente pudiste regresar a casa sano pero, ¿y si no fuera así? Mamá hubiera estado desesperado buscándote, ¿quieres verme sufrir?

Atsushi negó con la cabeza, buscando con sus manos su alimento materno que lograba consolarlo de alguna manera. Apartaba la camiseta de Chūya, aproximándose a su rosado y pequeño pezón.

— Oye... Eso fue un poco apresurado...

Dijo sorprendido, acomodando mejor al niño y poniendo una almohada debajo de su cabeza.

— Dentro de un mes más, debes dejarlo, Atsushi. Alguien más pequeño deberá alimentarse.

Atsushi se separó un momento, para escucharlo con atención. Sus orbes bicolor observaban a Chūya, mientras que sus manitas se aferraba a la camiseta del ex mafioso.

— ¿Uh? ¿Poqué?

— Porque ya eres un niño grande como Ryū. Pronto dejarás de ser un bebé. Otro bebé vendrá y tomará lechita también...

— No quiello.

Respondió molesto.

— ¿Ah? ¿Crees que te estoy pidiendo opinión, mocosillo?

Preguntó juguetón, pellizcando las mejillas de Atsushi con delicadeza.

— Mami.

FAMILIA IMPROVISADAWhere stories live. Discover now