Los Niños Sufren

567 77 70
                                    

POCA REDACCIÓN. BUENAS NOCHES!

Habían regresado a casa después de dos días en el hospital.

Ya que las gemelas estaban en el mundo, Oda y Dazai debían buscar una manera para volver a Yokohama y estar con su familia, sin conocer la situación que se estaba viviendo de aquel lado.

Dazai usaba uno de los biberones para alimentar a una de las niñas. Estaba sentado en un sofá, muy tranquilo y disfrutando el momento. Él siempre quiso una niña pelirroja con Chūya, o no importara si era pelirroja, sólo que fuera niña e hija de Chūya.

Al no tenerla, o eso creer, sería un buen hermano mayor para las gemelas de Oda. Les daría todo su amor y cariño del que alguien estaría celoso.

— Papi...

Ryūnosuke jaló de la gabardina del joven adulto, siendo serio y inexpresivo. Aunque parecía no tener expresión alguna, Dazai lo conocía bastante bien para saber que el niño estaba triste por algo.

— ¿Qué sucede, mi niño?

Respondió gentil.

— Mamá... Quiero verlo... Y a A-Sushi también...

Dijo con voz temblorosa a punto de soltar el llanto. Posó sus manitas sobre las rodillas de Dazai, recargando también su cabeza en las mismas, derramando lágrimas.

— Oh, mi amor... Yo también los extraño, Ryū. Pronto estaremos con ellos, lo prometo.

Quería acariciar con una de sus manos la cabellera de Ryūnosuke, pero debía alimentar a su hermanita Kazumi, mientras Oda atendía a la otra niña, a quien llamaría Mizuka.

— Mamá.

Llamó de repente. La pequeña Kazumi al parecer se había quedado dormida y eso era algo bueno para el hermano mayor.

— Dime, Osamu.

Terminaba de vestir a Mizuka, y la trasladaba hasta su cuna. La recostó delicadamente y la cubrió con una cobija ligera, pero muy suave y limpia.

— Cuando tienes bebés... ¿Duele mucho?

Sólo era una curiosidad que vino a su mente desde hace días. Quería saberlo. Si era mucho sufrimiento, por más que quisiera a esa niña, no insistiría a Chūya en procrearla. Respetaría su decisión.

Oda se acercó a él y tomó asiento en el sofá, sentando a Ryū sobre su regazo y permitiéndole recargarse en su pecho.

— Se sabe que es cuatro veces más doloroso que el parto en mujeres. ¿Por qué la pregunta? ¿Quieres ser tú el que tenga los bebés?

— ¿Eh? ¡No! Sólo pensé desde el otro día... La última vez, antes de venir a vivir a Tokio, lo hice con Chūya y él recibió mucho de mí... No usamos protección, y me temo que Chūya...

— Chūya-kun te lo hubiera dicho si fuera así.

Comentó Oda con seriedad.

— Además, son muy jóvenes aún. Deberían usar protección en ese tipo de cosas, hijo. Ya tienen dos niños a causa del Arahabaki y las anulaciones. ¿Para qué tener un tercero?

Volteó hacia Ryū, y lo contemplaba con ternura. El niño tenía sus ojitos cerrados y se estaba quedando dormido en brazos de su abuelo, la tercera persona en el mundo de quién sentía amor y protección.

— Sus hijos son hermosos. Ahora, debo pensar en cómo volver a Yokohama sin abandonar a mis gemelas...

— Kouyou, dudo que ella lo acepte. Aún así, debes decirle, quizás esté equivocado.

Dos semanas después ...

Chūya dormía mucho, así como lloraba. De nuevo, otro embarazo que lo hizo sufrir. Su vida era triste y no tenía ánimos ni para alimentarse bien. Descuida a Atsushi y olvidaba su existencia. Estaba bastante mal.

Abrazaba un oso grande de peluche que Kouyou le había comprado hace tiempo. Se encontraba en cama, tomando reposo y queriendo dormir. No era tan fuerte de mente como había creído ser. No podía creer la situación.

Por su parte, Kouyou había jalado un bracito de Atsushi con brusquedad y empujado al suelo, porque Karma no aprendía a caminar aún, y al ver caminar al bebé mayor caminar, sentía celos.

Atsushi lloraba adolorido, de rodillas sobre el suelo. La mujer de corazón frío, aprovechó para pisar una de las manitas de su nieto y provocando más su llanto.

— Mamá~ Dolee~

Decía entre llantos.
No era la primera vez que Chūya escuchaba llorar a Atsushi desde su habitación, pero la primera, después de dos semanas sin atenderlo lo suficiente, en ir a ver lo que ocurría.

Encontró a Kouyou con uno de sus pies encima de la manita del niño. Abrió mejor sus ojos para contemplar mejor la escena.

Olvidándose de todo su dolor, se acercó furioso y empujó a Kouyou con toda su fuerza para alejarla del niño y tomarlo en sus brazos.

— ¿Qué demonios estabas haciendo, mamá? ¿Es posible que tú... Odies a tu propio nieto? Eres de lo peor. ¡¡NO VUELVAS A ACERCARTE A MIS NIÑOS NI A MÍ!! ¡¡TE ODIO!!

Quizás era tarde, pero Chūya, sólo pudo enrollar unas vendas en la manita del niño, y envolver al menor en un cobertor.

Salió de casa con dinero, su bolsa preparada con cosas para Atsushi, y con Atsushi.

Estaba adolorido por la gran decepción que tuvo. Se suponía que su madre lo amaba, ¿Por qué odia a sus niños? No lo comprendía.

El pequeño albino miraba el camino de reversa, sacando sus ojitos sobre los hombros de Chūya, mientras era trasladado por éste.

Tomó el tren que llevaba a Tokio, y ahí pasaron toda la noche hacia su destino.

— Cariño... Perdóname. Mamá se sentía muy mal, fui un estúpido. Todo es culpa mía. Nunca pensé que Kouyou fuera tan mala contigo, bebé. Yo creía haber encontrado una familia, y estoy perdiendo mi propia familia por culpa de ella...

Sollozaba. Atsushi lo abrazó para consolarlo, siendo bastante tierno y cariñoso. Besó una de las mejillas de su mami Chūya y le sonrió.

— Nunca volvee con abelita mala. ¿Vamosh a con papi y Dyū-nii? ¿Abelito Oda-shaku tambien?

Cuestionó ilusionado.

— Claro que sí. El pasado ya no se puede remediar, Atsushi. Pero busquemos un futuro en nuestro presente. Dazai es con quién debo y quiero estar. Yo lo amo, y es el padre tuyo y de tu hermanito. ¿Quieres ver a papá?

— ¡Shi!

Al llegar...

— Dazai... ¿Y esas bebés?

— Oh, ¿Ellas? Son mis hermanitas, Chūya. Antes de presentarlas, quiero saber de tí y de mi Atsushi-kun. ¿Alguna novedad?

Preguntó curioso. Chūya suspiró.

— Son... Demasiadas...


Mañana les traigo un Capítulo de Familia Improvisada II.

Con Aku norteño

FAMILIA IMPROVISADAWhere stories live. Discover now