Familia Improvisada

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Oda y Dazai le contaron a Chūya lo sucedido con Fyodor y las gemelas.
El pelirrojo sentía gran resentimiento hacia ese tal Fyodor y hacia su madre, pero ahora que estaban en Tokio todo sería distinto.

Se encontraba sobre el sofá, al lado de Dazai y recargado en el mismo, acurrucándose de manera tierna u cálida mientras el castaño lo abrazaba.

Ryū y Atsushi jugaban juntos con una pista de tren que Oda había comprado a su nieto hace unas semanas.

— A-Sushi, ¿a dónde va el tren?

Preguntó en el juego, acomodando el escenario con los demás juguetes.

— Hmm, nu shé... ¿Shin-juku? ¡Pu-pu Po-po! ¡Ya cashi os vamosh!

Acomodó el tren de juguete sobre las vías, y pulsó su botón para encenderlo y pudiera trasladarse por sí solo.

Ryūnosuke miraba detenidamente la mano dañada de Atsushi, cosa que no tenía antes de irse la última vez.

— A-Sushi... ¿Qué te pasó?

Sujetó la manita lastimada de Atsushi y la observaba con un gesto de dolor. Había sangre interior ahí que hacían verse los moretones morados y verdes.

— ¿Uh?

Atsushi confundido, soportando su dolor.

— Abelita me pusho pie enchima. Abelita Koyoi muh mala, Dyū-nii. Peho Byakko me va a quita gol-pe.

Recordó su habilidad, que podía regenerar parte de su cuerpo y dejarlo como si nada hubiera sucedido en cuanto a heridas físicas.

Pronto, su mano estaba sana otra vez.

— ¿Vesh? ¡Byakko esh muh bueno!

Gritó con emoción. Ryūnosuke lo abrazó repentinamente y comenzó a llorar.

— ¿Dyū-nii?

— Los extrañé mucho a tí y a mamá, A-Sushi. Creí que no los volvería a ver.

Sollozaba.

— Mami llodó mucho.

— Chūya, me alegro que hayas tomado una decisión antes de que nosotros regresáramos a Yokohama. 

Dijo Dazai, para luego besar con ternura la frente de su amado, quien sostenía en sus brazos a Kazumi.

— Es bueno que no hayan regresado. Papá Oda, mamá está mal de la cabeza. Maltrató mucho a mi bebé Atsushi, no entiendo su odio hacia él. Y seguramente habría rechazado a estas gemelas tan lindas...

Juntó su nariz con la de la pequeña Kazumi de manera tierna. Dazai sonrió.

— Karma debe estar en peligro. Regresaré a Yokohama yo solo, me divorciaré de Kouyou, la ayudaré para que la acepten en una clínica de salud mental, y traeré a Karma con nosotros. Ustedes se quedarán aquí.

Planeó Oda. Decisión a la que los tres estuvieron de acuerdo.

Minutos más tarde, alguien tocó la puerta y nomás abrieron, entró a la casa con bolsas de compras y regalos.

Se podía ver la tristeza y el dolor en sus ojos. Pero aún así, se esforzaba por sonreír.

— Fyodor. ¿Qué haces tú aquí? Creí que estabas muerto. ¿Cómo pudiste encontrarnos?

Cuestionó Oda con seriedad, teniendo la seguridad de que su hijo y su hijastro no iban a permitir ninguna clase de daño esta vez.

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