Papá Dazai

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Ryūnosuke estaba grave. Su fiebre no bajaba y estaba temblando mucho, parecía que iba a convulsionar y eso preocupaba más a Chūya.

El pelirrojo seguía poniendo trapos húmedos y mojados a su pequeño, con ayuda de su madre, mientras que Atsushi se divertía mirando al bebé Karma.

— ¡Ryū! ¡Resiste, tienes que vivir, bebé! ¡Tú eres fuerte, eres mi hijo! ¡Debes estar bien!

Decía Chūya entre llantos, frotándose su rostro con la manita de Ryū. El azabache apenas podía abrir sus ojos, miraba al mayor y empezó a musitar una canción que le gustaba. Chūya derramó más lágrimas que las de antes.

— No te esfuerces, Ryūnosuke. Cantaremos después, los dos juntos. Lo prometo.

Besó la manita del niño, y le acomodó el trapo sobre su frente. Ryū sintió esa cosa húmeda en su cabeza e hizo un gesto de disgusto, buena señal. Sentía también mojada su pancita, sus brazos y piernas, volteó hacia los lados, queriendo deshacerse de todo eso que le molestaba.

— Mami... ¿Y papá?

Preguntó preocupado. Kouyou se acercó a ellos y besó la frente de su nieto con ternura, acariciando su nariz (la de Ryū) con su dedo índice.

— Osamu-kun vendrá pronto. Lo llamaré, Chūya.

Respondió. Sacó su teléfono móvil y fue a echar un vistazo a su bebé. Se encontró con un simpático Atsushi que agitaba su Byakko de peluche para "entretener al bebé", sin saber que el bebé era un recién nacido y no estaba para juegos todavía.

— No hagas eso, Atsushi-kun. Karma aún es un bebé muy pequeño. Él no sabe jugar.

Dijo la pelirroja, quitando el peluche y dejándolo sobre un mueble alto. Los ojitos de Atsushi empezaron a llenarse de lágrimas, miraba lo alto que se encontraba su peluche y eso lo ponía triste. No podía conseguirlo por sí solo.

— Abelita... Byakko...

Señalaba con su manita derecha. Kouyou negó con la cabeza y se puso a su altura, sujetándolo de los hombros para que le prestara atención. Aprovechaba que Chūya se encontraba en la sala y que Atsushi en ocasiones no sabía darse mucho a entender, por tener apenas dos años.

Ella no iba a permitir que el bebé albino perturbara los sueños de su pequeño Karma. Aunque Atsushi no estuviera haciendo nada malo que podría lastimar al bebé.

— ¿Abelita? Jugá con Byakko...

Lloriqueaba. No dejaba de mirar hacia arriba del mueble, donde el peluche sacaba una de sus orejas peludas.

— No te lo daré, lo siento mucho. Byakko es malo, muy malo y puede lastimar a Karma.

— Nuuu, Byakko nooo.

Lloró más. Se alejó de Kouyou y fue en busca de Chūya para contarle todo a como pudiera darse a entender.

Llegó a la sala, llorando y tallando sus ojitos con sus puños cerrados. Se acercó al pelirrojo y jaló de su camiseta.

— Mami...

De inmediato y sin descuidar mucho a su hijo mayor, Chūya volteó para atender a su pequeño.

— Dime, amor.

— Byakko... Muy aato... Alliba... Lo quiello...

Respondió entre malas pronunciaciones, abrazando al pelirrojo y recargando su cabeza en él.

— Cariño, ¿Arriba de dónde? ¿Dónde está Byakko?

— Eshtá...

En ese momento, y antes de que Kouyou le llamara, Dazai entró a casa de Kouyou con ayuda de Odasaku, quien traía las llaves de la puerta.

FAMILIA IMPROVISADAWhere stories live. Discover now