Hanabi

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Poe buscaba la manera de llamar la atención de su detective favorito. Le enviaba su buenos días, su buenas noches, su saludo a cualquier hora del día, acompañado con corazones y mapaches con corazones, todo tan romántico, pero Ranpo no quería seguirle la corriente y terminaba siendo indiferente con él.

Cada vez que Mori o Fukuzawa se acercaban a él, movía su teléfono móvil para evitar que leyeran su conversación con el novelista.

— Ranpo. ¿Qué estás escondiendo?

— ¡Nada!

Cuestionó el hombre del kimono, arrebatándole el teléfono a Ranpo. Yukichi leía aquellos mensajes de texto y la manera en que Ranpo los ignoraba todos. Le regresó el móvil y se quedó un momento.

— Ranpo, hijo. Ese chico está muy enamorado de tí. Se nota que también te gusta, hablas mucho de él. ¿Por qué no le das una oportunidad? Seguro resultará bien.

Opinó serio. El Detective estaba sonrojado, considerándolo un poco cuando negó con la cabeza.

— ¡No! Poe-kun es muy terco y empalagoso. No quiero una relación así. ¡Y mucho menos con un hombre!

Dazai regresaba del kinder con Ryūnosuke de la mano. En su otro brazo, traía colgada la mochila del niño, y se dirigían a casa.
Después de varios días difíciles, Ryū logró quedarse en el kinder sin llorar, y eso era un gran logro para un niño de tres años y medio, y su joven padre de diecinueve.

— Papi, ¿llegamosh a conbini?

Ryūnosuke se soltaba mejor al hablar. Podía pronunciar más palabras y se comprendían. Dazai era todo un padre orgulloso de su pequeño.

— Está bien.

Respondió sonriente, apretando un poco más la manita del azabache. Cruzaron la calle una vez el semáforo se los permitió, y llegaron al conbini.

Ryū tomaba las cosas que quería llevar para comer.

— Hmm. Ryū, son muchas cosas. ¿Las vas a compartir?

Preguntó curioso, esperando una respuesta. Ryūnosuke volteó hacia arriba a verlo, y acomodaba las cosas en sus manos, evitando que se le cayeran.

— Meron pan pa mami. Galleta pa-ra A-Sushi, pan pa papá. Este pa-ra mí.

Respondió serio, pero al final mostró una sonrisa.

— Bien. Entonces, vayamos a pagarlo.

Ryūnosuke cantaba de regreso a casa, de la mano con su padre. Si estaba con Dazai, todo era felicidad para él. Llevaba una bolsita con las cosas que habían comprado en el conbini, en su mano libre.

— Camino a cashita... Con papá... Veremosh a mami Chūya y a A-Sushi... Es daremosh galle-titash y Meron pan... Que le gusta mucho a mamá....🎶🎵

Cantaba.

Dazai se detuvo, al ver a varios chicos de su edad, ir juntos después del Instituto. Hablaban sobre ir a comer o irse a algún karaoke. Algunos otros planearon ir a ver los fuegos artificiales durante la noche.

Se sentía mal por la manera en que llevaba su vida. Siendo integrante de un grupo musical que ya no funciona como tal, y ahora el futuro jefe de la Port Mafia. Si bien, iba a ganar millones, también estaba algo interesado en saber qué se sentía ir a la escuela.

FAMILIA IMPROVISADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora