Capítulo 11

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Mi risa se ve ahogada por un pequeño grito de sorpresa cuando soy levantada del suelo sobre el hombro de alguien. Su perfume me llega rápido. Caden.

Me remuevo en su agarre mientras camina y lo pateo. Pero nada parece inmutarlo, ni derribarlo. Debería aprender defensa personal. No es justo que pueda ser llevada a la fuerza.

—Agarren sus cosas —dice él.

Noto que salimos hacia el exterior. La noche está calurosa pero se siente menos pesado que adentro del bar.

—Caden, deberías bajarme —le informo. Estoy más mareada que nunca y me estómago comienza a advertirme.

—Cállate —sentencia él.

Que indignante es esto. Mi cabeza cuelga y se siente como si fuera a salir rodando en cualquier momento. Mis ojos miran fijo el camino de grava y entonces noto el andar de Caden, su trasero.

—¿Quieres que te toque el culo como lo hizo ese tipo conmigo? —no puedo evitarlo y mi mano se cierra sobre su nalga izquierda. Es firme y para corroborarlo, le doy una palmada.  

—Gwendolyn… —dice entre dientes.

—Tienes un culo sensacional —él debe saberlo. Quizás nadie se lo haya dicho antes. Mi estómago me estaba advirtiendo, y ahora está gritándome. Puedo sentir el vómito preparándose para salir despedido. Intento incorporarme, colocando mis manos sobre la parte baja de la espalda de Caden —Si no me pongo derecha, creo que vomitaré.

Él no se detiene, no me baja, no me escucha. Me resigno y dejo que me lleve hasta dónde sea que me quiera llevar.

Al fin se detiene y cuando mis pies tocan el suelo, suspiro. Me arreglo el cabello desordenado y lo miro a él. Se ve arrogante, enojado, todo un dominador. No puedo evitarlo y le saco la lengua como una niña. 

—Basta —sentencia —Mantén absolutamente todos tus actos guardados para ti. Estas a punto de conocer un yo no muy agradable.

—Oh, por favor, dame un segundo así puedo ponerme a temblar en mis zapatos —finjo temor y exagero mi postura —¿Qué harás? ¿Me zurraras?

La idea se me viene la mente y un escalofrío me baja por la espalda. Puedo imaginarme a Caden dándome una zurra y puedo imaginarme disfrutándolo.

Él resopla. Está tan a punto de explotar que por un segundo analizo la posibilidad de detenerme y dejar de presionarlo.

—Dame las llaves de tu auto —le dice a Michael. Este lo hace sin dudarlo —No puedo llevarla en este estado en la moto, hará algo estúpido como intentar tirarse o algo así.

No digo nada, pero yo tenía ganas de ir en moto. Sentir el viento sobre mi cara y volar.

—Nos vemos el lunes —nos dice Joey.

—Cuida bien mi auto, galán —le advierte Michael.

—Sí, no te preocupes —dice Caden.

Ellos tres se ven como los tres mosqueteros. Tres de amigos inseparables, que se cubren las espaldas y se apoyan. Son tan tiernos.

—Adiós, chicos, gracias por todo —el alcohol ahora me hace sentir sensible y me acerco a ellos dos para abrazarlos —Ustedes dos son los mejores chicos que conozco. Realmente.

—Gracias, Gwendy. Nosotros también te queremos —me dice Mike cuando lo suelto.

Los observo alejarse, sintiendo que me hubiese encantado tener hermanos. Bien, los adoptaré a ellos como hermanos.

De repente, Caden, me toma de la muñeca y me obliga a subirme a la parte trasera del auto de Michael. Mi cuerpo cae sobre el lujoso tapizado y me río porque todo ha dado vueltas de nuevo.

Peligrosa AtracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora