Capítulo 18

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El cielo ya está claro cuando salimos. Ha refrescado bastante y yo no he traído un abrigo. Me envuelvo con mis brazos, pero eso no calma el frío que siento. Entonces,  Caden, me rodea y comparte su calor conmigo. Le doy una pequeña sonrisa y continuamos nuestro camino. Yo no sé por dónde ir, así que dejo que él sea el guía.

Llegamos a la playa. La arena está fresca y me saco los zapatos para poder caminar tranquila. Me agrada la idea de mojar los pies mientras volvemos a nuestro hotel. No debe estar demasiado lejos.

Mantenemos el silencio. Creo que es algo común entre nosotros. A medida que nos vamos conociendo, los silencios son  más largos y menos incomodos. Para mí es más fácil mantenerme callada. Nunca he sido muy buena con las palabras. Como ya lo he demostrado, siempre digo algo y termino haciendo lo contrario.

A pesar de que siento un poco de frío, dejo que  mis pies toquen el agua. Continuamos caminando callados, hasta que diviso la parte privada de la playa que le pertenece al hotel en donde nos alojamos. Hay hamacas hawaianas y la idea de tirarme en una es tentadora.

—¿Quieres hamacarte un rato? —me pregunta él.

Siempre me sorprende sepa lo que estoy pensando. 

—Sí, claro.

Caden le muestra la llave de nuestro hotel a un hombre que nos dice que no podemos estar allí. Al verla, nos deja tranquilos. Elegimos la hamaca más grande y nos sentamos a la vez como en la fiesta en casa de Michael. Y de la misma manera que esa noche, mi cuerpo queda casi recostado sobre el costado de él. Su mano cubre mi brazo, y me da calor. Sin dudas, Caden, es alguien cómodo en quien una podría dormir. Cierro los ojos al pensar en ello. La calma, la brisa y el calor masculino, son componentes perfectos para una pequeña siesta.

—¿Por qué no me cuentas algo que casi nadie sepa sobre ti? —su pregunta me sorprende. Abro los ojos y mi mirada queda atrapada en el oleaje. Quizás este sea un buen momento para contarle mi historia, pero todavía tengo dudas —Y si te cuento algo mío primero, ¿lo harías tú luego?

Eso es interesante. Quiere compartir algo conmigo para que yo ya no tenga dudas de contarle la verdad. Dios, tengo unas terribles ganas de abrazarlo por siempre.

—Quizás —susurro. Su mano hace caricias sobre mi brazo.

—Bien —toma una profunda respiración y hay unos largos segundos de silencio. No puedo imaginarme algo. Así que cuando dice su secreto, me quedo completamente sorprendida —Soy claustrofóbico. La idea de quedarme encerrado en un lugar pequeño es tan aterradora para mí, que equivale a estar muriéndome.

Jamás lo hubiera imaginado. Él siempre se muestra tan seguro de sí mismo, tan fuerte y confiado. Así que creo que debe haber algún motivo muy profundo para ello.

—¿Por qué? —quiero saber entonces.

—Por qué, ¿qué?

—¿Por qué lo eres? —mi mirada continúa clavada en las olas.

Su cuerpo se tensa y su mano deja de acariciar mi brazo.

—Mi padre solía encerrarme en un armario cuando era niño —dice las palabras por lo bajo —Me dejaba allí durante horas hasta que dejaba de llorar. Creo que es por eso.

Mi respiración se atasca y yo también me pongo tensa. Me remuevo en el complicado agarre que él tiene sobre mí, y me incorporo  un poco para poder mirarlo a la cara. Pero él no me la devuelve. Puedo imaginarme perfectamente al niño que fue, siendo obligado a entrar en un lugar pequeño y oscuro. Desde que conocí a su padre sospeché que no era muy bueno, pero esto es demasiado.

Peligrosa AtracciónTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang