Capítulo 2

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Es lunes, y cómo todos los lunes tengo clases de baile. Me anoté porque me pareció una buena forma de mantenerme en forma y hacer algo divertido. A pesar de las cosas malas que tiene esta Universidad, las clases extracurriculares que se pueden tomar, son bastante interesantes. Me cambio en un vestuario dónde las miradas de desprecio sobre mí, no faltan. Pero las ignoro, porque hay cosas de mayor importancia que todas estas chicas y sus opiniones sobre mí.

Ingreso en el salón de baile a lo último, escuchando los murmullos y fingiendo no escucharlos. Ya pasé por esto, sé cómo manejarlo.

Se indiferente. Siempre indiferente.

—Bienvenidos alumnos —habla con su particular acento oriental, la profesora Ching Choo —Hoy tendremos la suerte de contar con la ayuda de Caden para la clase.

Al escuchar ese nombre, levanto la vista y quiero realmente morirme. Él está allí, vestido de forma deportiva con una musculosa, que deja a la vista sus fuertes brazos.

—¿Qué hace él aquí? —pregunto sin poder creerlo. Jamás creí que este día podía ponerse peor.

—Guarda ese teléfono, Gwendolyn —me reprende Ching con dulzura —Caden va a ayudarme con la clase de hoy.

—Soy Gwen —le digo frunciendo el ceño. Odio que me llamen por mi nombre completo, es como si estuvieran retándome —Sólo Gwen.

—Hola, carita—linda —me dice él guiñándome un ojo.

Le pongo mala cara, porque comienzo a odiar sus maneras, y porque mis compañeras están allí mirando todo. Me quejo a nadie en particular y Ching decide no prestarme atención. Nos pide que elijamos una colchoneta para hacer los ejercicios de calentamiento.

Me alejo lo más posible de Caden, dándole un mudo mensaje de que realmente no quiero que se acerque a mí. Pero él está todo el tiempo mirándome, y es casi imposible no notar que lo hace. Él tiene una presencia demasiado fuerte. Cuando terminamos con la elongación, Ching se pone a buscar el CD de música.

—¿Qué bailaremos hoy? —pregunta Caden.

—Valls —exclama contenta Ching.

—¿Por qué no un poco de tango? —inquiere él.

Todas las chicas ríen tontamente, festejándole la idea. Dan asco. Principalmente Amanda, que está delante de todo haciendo todo lo posible por llamar la atención de él.

—No, claro que no —dice Ching y lo golpea con el estuche de los CDs —No te dejaré seducir a mis alumnas esta vez.

—Eres cruel, eres muy cruel, Ching —le asegura fingiendo dolor.

Por un instante quiero reírme de su expresión y la forma divertida con la que trata a Ching. Ella parece realmente encantada con él, de una forma muy maternal. Ya sería el colmo que él quisiera seducir a la mujer.

La música suena, llenando todo el salón. Caden y Ching muestran una pieza de baile que me recuerda a cuando bailé con mi padre en mi fiesta de graduación. Me dispongo a bailar con Rick, uno de mis compañeros. Nos movemos por el fondo del salón, hablando de lo aburrido que está siendo todo. Ambos somos amantes de los ritmos calientes, como la Salsa o el Merengue.

—¿Me permites? —giramos la atención a la masculina voz. Caden extiende su mano hacia mí. Rick asiente con una sonrisa y le entrega mi mano —Lo estás haciendo realmente mal. No estás siguiendo el ritmo...

—No es mi culpa —me quejo y lo suelto —Las miradas de odio están desconcertando a mis pies, ¿qué quieres?

Me obliga a adoptar la pose inicial del Valls y comienza a guiarme junto al suave ritmo de la música.

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