Capítulo 45

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Suelto un suspiro y un poco de vapor escapa de mi boca. Hoy hace demasiado frío.

Me froto las manos para conseguir algo de calor en mis entumecidos dedos, debería haberme puesto un par de guantes, pero no tuve tiempo de pensarlo.

Han pasado dos días desde que volví de Nashville. Luego de haber hablado durante varias horas con Sharon logré comprenderla un poco, no del todo, jamás lo haré, pero le prometí que intentaría ayudarla con su hijo.

El asunto ahora es que Caden es difícil de encontrar. No lo he llamado por teléfono, no creo que pueda hablar con él a través de un aparato. No lo busqué tampoco porque estuve ocupada preparando todo para la internación de Verónica. Ella ha aceptado que necesita ayuda e irá a rehabilitación.

Caden no ha estado yendo a la universidad después del martes. Le pregunté a Michael si sabía algo, él sólo dijo que Caden necesita tiempo para superarme, y creo que está algo enojado conmigo. Dani dice que él ha estado detrás de Caden durante estos últimos diez días.

Diez días. Podría decirse que es poco tiempo, pero para mí fue una eternidad. He sido muy miserable sin Caden, y cada vez que pienso en ese día que descubrí lo de Sharon, deseo golpearme hasta la muerte. Pero en ese momento estaba demasiado dolida como para comprenderlo. Ahora estoy lista para escucharlo, si él quiere hablar. He abarajado la posibilidad de que ya no quiera saber más nada de mí.

El que no arriesga, no gana.

Logro ingresar al edificio gracias a una vecina que me conoce y me deja pasar. Cuando llego a la puerta de su departamento estoy muy nerviosa, me sudan las manos y tengo palpitaciones.

Tranquila, Gwen, tú puedes.

Toco el timbre y espero. No se oye ningún ruido del otro lado y quizás él no está en casa. Voy a volver a tocar, pero entonces la puerta se abre y él me mira con verdadera sorpresa. La preocupación me llega al verlo bien por primera vez en diez días. Sin dudas está más flaco, hay ojeras bajo sus azules ojos y no se ha afeitado como suele hacerlo.

Deseo abrazarlo en ese instante, pero me contengo.

—Gwen —murmura mi nombre como si yo no fuera real.

—¿Podemos hablar?

Él sacude la cabeza un instante, vuelve a fijar su mirada en mí. Se ve bastante confundido.

—Sí, pasa —se hace a un lado e ingreso. Nuestros cuerpos se rozan y percibo el aroma del tabaco en su ropa.

Dirijo mis pasos hacia la sala mientras me quito las montañas de abrigo que llevo puestas. Me detengo al ver el desorden que hay a mi alrededor. Botellas de alcohol vacías por todos lados, y es obvio que nadie limpia desde hace días.

Caden se apresura a entrar y comienza a levantar lo que está tirado.

—Lo siento —se disculpa con una robótica sonrisa —No esperaba visitas. Le di vacaciones a Carmen... fue a ver a su familia en México. Pasará las fiestas allá.

—No te preocupes.

Sin querer pateo una botella vacía de whisky. Se me encoje el corazón y me llena de angustia. Esta es la maldita causa de sus ausencias a clases, pero lo que más me duele es que yo soy la razón.

Me inclino para recoger la botella, pero antes de poder hacerlo, Caden, me gana y la levanta. Alzo la mirada para encontrarme con su rostro muy cerca del mío.

—Yo me encargo —dice sin mirarme a los ojos.

Desaparece de allí con todas las botellas y tomo asiento en el sillón. Todo se ve descuidado, abandonado, como si nadie viviera allí. Pero no hay restos de comida, y eso es lo que más me sorprende. Simplemente hay paquetes de cigarrillos y vasos sucios usados como ceniceros.

Peligrosa AtracciónWhere stories live. Discover now