Capítulo 50

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El auto se detiene en frente a la bonita casa de mi abuela Gloria, y millones de imágenes se me vienen a la mente. Esto será más difícil de lo que pensé que sería.

—¿Estás segura, amor? —me pregunta Caden —Yo puedo hacerlo solo.

—No, lo haremos más rápido juntos.

He retrasado el asunto durante casi dos semanas, pero no ya no puedo seguir posponiéndolo. Pondrán en alquiler la casa y tiene que estar vacía.

—Bien, hagámoslo.

Bajamos del auto y busco las llaves en mi cartera. Al entrar, reprimo las ganas de ponerme a llorar. Tomo profundas respiraciones y me fuerzo a calmarme. Caden se coloca a mi espalda y me tomo de los hombros.

—Estoy bien —prometo recuperando el control de mis emociones y acaricio su mano —Tu encárgate de las cajas de ropa. Yo terminaré de embalar el resto.

Por suerte mi madre se tomó la molestia de venir antes a guardar ciertas cosas.

Caden comienza a llevar las cajas hacia el auto mientras que yo me pongo a guardar las cosas de pintura que ella tenía allí. Jamás supe que pintaba, nunca me lo dijo, pero empezó a hacerlo cuando estaba internada. Todos dicen que tenía talento.

Tomo una caja y comienzo a guardar los cuadros de paisajes hermosos que ella ha realizado. Me hace preguntarme si ha tenido la oportunidad de ver algo así de verdad, un ocaso o un amanecer. Guardo los pinceles y los pomos de oleo. Cierro la primera caja y tomo otra vacía para guardar el resto.

Mi mirada se posa en un cuaderno rectangular de tapa negra, comienzo a hojearlo para darme cuenta que son dibujos hechos a lápiz. Me siento en el sillón que está cubierto por una sábana y comienzo a revisarlo bien. Son dibujos realistas de personas haciendo algo cotidiano, miro las fechas que ella ha puesto abajo y me sorprende ver que algunos dibujos son de hace más de diez años. Me detengo en el dibujo del rostro de un hombre muy guapo, se ve joven como de unos diecisiete años. Él sonríe en el dibujo, su mirada es tan sincera, parece alguien bueno. Veo un nombre al pie de la página.

Robert Rise

Giro a hoja para ver que ella ha escrito algo allí. Mi corazón se acelera de sobremanera. De repente sé que me enteraré de algo sumamente importante.

—Gwen —Caden ingresa a la casa. Lo miro algo asustada —¿Qué pasa?

—Yo... —sacudo la cabeza vuelvo la atención al dibujo —Encontré un cuaderno de dibujos que Verónica hizo y... aquí hay uno que tiene un texto.

Caden se acerca y se sienta a mi lado.

—¿Quieres que lo lea yo? —se ofrece mientras me saca el cuaderno de las manos con sumo cuidado.

—Sí, por favor.

Él comienza a leer.

Jamás olvidaré a Robert. Su sonrisa, su cabello ligeramente ondulado en las puntas, su forma de mirarme. Jamás olvidaré el amor que sentí por él, lo única y preciosa que me hacía sentir. Mi amor, mi primer y único amor. El que no creía que yo era una zorra, el que se peleaba con el mundo por defender mi honor. El cual yo misma destruía al día siguiente. Robert, que se ofreció a escapar conmigo, arriesgándose al desprecio de su familia. Mi querido Robert, quien me dio el regalo más grande del mundo, nuestra niña Gwendolyn. Nunca pude decírselo, tampoco quise hacerlo. Jamás lo hubiese arrastrado a mi mundo, jamás hubiese soportado que me llegara a odiar. Robert, Gwen tiene tus ojos y siempre que la miro te veo, te siento y te amo en silencio.

Peligrosa AtracciónWhere stories live. Discover now