Capítulo 34

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La respiración de Caden es pesada y es casi lo único que se escucha en la habitación. Mantengo una calma que no siento, no quiero que él note mi intranquilidad. Pero sé que quiero darle algo que no he hecho antes, quiero hacerlo olvidar a cualquier mujer que haya perdurado en sus recuerdos.

Manteniendo la mirada en la suya, comienzo a ponerme de rodillas, bajando despacio sus pantalones. Los nervios me invaden, nunca he hecho esto. ¿Y si lo hago mal?

Entonces sé que no puedo dudar, quiero esto, él lo desea. He leído cosas, conozco la técnica. Además siento un perverso anhelo creciendo en mí.

Levanto la mirada hacia su rostro al mismo tiempo que me aproximo y lo tomo en mi boca. Su enorme cuerpo se estremece y su mano vuela hacia mi cabeza, en donde se aferra a mechones de pelo. El pequeño tirón que me provoca, coincide con el placer que obtiene mi cuerpo al sentir su sabor. Es masculino, terroso, único.

Lo miro fijo a los ojos, los suyos son salvajes y me muestran absolutamente todas sus emociones. Su mirada es tan intensa, que me encuentro gimiendo, implorando sin palabras, que alivie mi necesidad.

Un gruñido suena sobre mí, la mano de él se aferra aún más a mis cabellos y tironea. Una pequeña punzada de dolor me llega, pero es tan placentera que deseo más. Sus caderas se mueven en cortas estocadas, mi mano se alza y rodeo lo que mi boca no puede tomar. Vuelvo a observarlo, él tiene la cabeza levemente tirada hacia atrás, su cuerpo está completamente tenso. Es una imagen poderosa, él es un hombre poderoso y es todo mío.

—Gwen... —gruñe mi nombre.

Un escalofrío baja por mi espalda, cuando sus ojos vuelven a encontrarme. Se ven más azules, como si tuvieran neón y brillaran en la penumbra de la habitación. Es tan intenso que tengo que cerrar los ojos para contenerme, para disfrutar de este momento.

Pero de repente él se aleja, lo miro con sorpresa y al segundo siguiente estoy de espaldas sobre la cama. Sus manos me sostienen, y arrastran mis caderas hacia el borde de la cama.

Mi respiración es densa, siento que mis pulmones están por explotar por el esfuerzo de llenarse de aire. Levanto un poco la cabeza para observar a Caden, él tiene una sonrisa maliciosa en su rostro. Y sé que estoy en problemas.

Voy a decirle algo, pero las palabras se quedan atoradas en mi garganta cuando su boca encuentra mi clítoris. Mi cuerpo se derrite por completo en el centro de la cama. Esta también es la primera vez que recibo esto... Dios, soy casi como una virgen para este hombre tan asido en experiencias sexuales.

Cualquier pensamiento abandona mi mente cuando él comienza a realmente jugar conmigo. Intento retener los gemidos que escapan de mis labios, pero me es totalmente imposible.

—Por favor... —logro articular las palabras.

—Tranquila —su voz retumba contra mis muslos y sus manos se aferran a mis caderas —Déjame jugar un minuto más, ¿No querías eso? ¿Jugar?

—Maldito —gruño entre dientes y siento el deseo de poder golpearlo.

Se suponía que era yo quien tenía que hacerlo rogar, no al revés.

Al parecer mi insulto le da gracia, porque suelta con una pequeña risita profunda. Es tan malditamente sexy.

Pero cualquier pensamiento lógico abandona mi mente cuando él vuelve a retomar su tarea de enloquecerme. Cuando creo que estoy a punto de desfallecer, sus besos comienzan a subir a través de mi cuerpo.

Estoy loca por él.

Su rostro llega hasta el mío entonces busco sus labios y lo beso. Su lengua busca la mía y puedo sentir un poco de mí en él. Aquello es demasiado, yo necesito tenerlo.

Peligrosa AtracciónWhere stories live. Discover now