Capítulo 11

294 67 8
                                    

Tardé unos días en volver a poner las fotos en su lugar y dejar de sentirme avergonzado

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Tardé unos días en volver a poner las fotos en su lugar y dejar de sentirme avergonzado. Mis propias palabras regresaban una y otra vez "nadie me espera pidiendo explicaciones". Esa semana fui al cementerio a visitar la tumba de Matías, insistiendo en buscar respuestas que no llegaban a mí. Limpié su placa y me quedé mirando su nombre intentando ordenar mi mente. Nadie ni nada me obligó a pasar la noche en la casa de Francisco, la lluvia ni siquiera fue una verdadera excusa.

—¿Me odias? —murmuré.

Haber pasado la noche allí no era lo peor que había hecho pero era la peor manifestación de lo que sentía. Cada vez que veía a Francisco se hacía más evidente que la realidad me sofocaba. Deseaba y temía su voluntad que era como una pequeña bocanada de aire en medio de mi propia saturación porque secretamente, no sabía desde cuándo, anhelaba no sentir culpa.

***

Sin almorzar llegué sobre la hora a mi trabajo y de inmediato Benjamín golpeó mi puerta, una clara señal de que estaba a mi espera. Solo con verlo allí parado supe que nada bueno ocurriría. Siempre intentaba ignorarlo pero era su superior, nos gustara o no, así que si quería hablar conmigo debía recibirlo.

Se sentó frente a mí con una expresión rara en él, estaba serio pero sereno, algo se traía entre manos.

—Pensé que no vendrías hoy —acusó con ligereza.

—¿En qué puedo ayudarte?

Me miró en silencio, preparándose. La última vez que habíamos estado en una situación como esa fue para exigirme un asistente, aunque él no tenía mucho para hacer y nada justificaba el pedido.

—Como soy una persona honesta —empezó a decir con descaro— vengo a ponerte al tanto de que voy a postularme para tu puesto.

—¿Qué? —solté con incredulidad.

—Considero que tengo mucho más para ofrecer que tú.

Quedé perplejo por su osadía. Su objetivo sin duda había subido de nivel si activamente buscaba ocupar mi lugar.

—Sé que Vicente te protege y es lo único que te mantiene aquí —siguió— pero creo que estamos en un punto donde Vicente defiende lo indefendible y yo estoy dispuesto a demostrarlo para que se me considere la solución más conveniente.

Me molestaba que hablara con semejante cinismo.

—¿Indefendible? —repetí—. He hecho más cosas en este lugar de las que tú propusiste en tu vida. Hasta ahora solo has querido dos cosas, un asistente o mi lugar.

—Las personas cambian —gruñí por su insistencia en mantener la ridícula charla—, algunos para mejor algunos para peor. Yo entraría en la primera categoría y tú en la segunda.

Sus palabras lograron fastidiarme, él era la última persona en el mundo que podía calificar mi trabajo pero también despertaron en mí sospecha, se mostraba demasiado seguro en ese acto que estaba armando.

Oculto en SaturnoWhere stories live. Discover now