Capítulo 22

374 64 13
                                    

Llevaba más de dos años sin conducir, era algo que había evitado desde el accidente de Matías

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Llevaba más de dos años sin conducir, era algo que había evitado desde el accidente de Matías. Nuestro auto quedó abandonado en el depósito, al cual fui a ver una sola vez en un intento de entender lo que sucedió; a su lado estaba el automóvil que lo chocó. Vicente, utilizando sus contactos del municipio, se encargó por mí de todos los trámites porque no quería volver a ese lugar, no quería volver a ver ninguno de esos dos autos.

Pero vivíamos en una ciudad apartada y movilizarse fuera de ella se hacía por autobús o auto, por lo que alquilé uno para el viaje. Coordinar agendas hizo que no fuera para su fecha de cumpleaños, por lo que viajábamos una semana después. Cuatro días en un hotel cinco estrellas, con todo incluido, frente a la playa.

Esperé a Francisco frente a su edificio, rodeando y observando cada detalle del auto. Era bastante nuevo sin nada que criticar a simple vista, imaginé que el motor y demás partes no visibles cumplían con la misma condición. Por ser viernes por la mañana me sentía confiado para manejar en la ruta, habría poco tránsito camino a la costa y volveríamos el lunes, que también era un día tranquilo para ese recorrido. Lo que me tenía un poco nervioso eran los días que nos esperaban. Las cosas podían salir bien como podían salir mal y eso último me preocupaba. Si se volvía una situación incómoda podría estar arruinando el pequeño mundo que habíamos creado. Y por situación incómoda me refería a mí malinterpretando las cosas. Unos minutos después de avisarle que lo esperaba, Francisco apareció con una pequeña valija, con su ropa prolija e impecable, seguramente nueva porque no reconocí las prendas.

Se paró junto al auto observándolo.

—Me dan ganas de decir que no tendrías que haberte tomado tantas molestias pero me agrada la privacidad —dijo con picardía.

Su ánimo me relajaba. Después de guardar la maleta nos subimos para un viaje de casi cuatro horas ininterrumpidas. Dentro del auto se desperezó mientras se quitaba los anteojos.

—Me levanté muy temprano para armar la maleta.

—Puedes intentar dormir si quieres.

—Prefiero hacerte compañía.

Sus palabras junto con su sonrisa lograban que creyera un poco más en un resultado positivo del viaje. Cuando tomamos la ruta desvió su atención al camino.

—Me gustaría saber manejar.

—Yo podría enseñarte si te decides.

—¿Eres mejor que una escuela de manejo?

—Soy más barato que una escuela de manejo.

Mi respuesta le causó gracia.

—¿Y qué hay de la paciencia?

—Prometo ser paciente.

—¿Aunque no entienda nada?

—Tus videojuegos son más complicados que esto.

Oculto en SaturnoWhere stories live. Discover now