Capítulo 15

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Quise hacer de cuenta que una semana sin ver a Francisco no era nada, que no me importaba

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Quise hacer de cuenta que una semana sin ver a Francisco no era nada, que no me importaba. Pero en la práctica no sucedía. Mi mente repasaba detalles sin más intención que revivirlos, me causaba curiosidad y fascinación. A pesar de que yo no era más que un juguete en su vida, igual de descartable. Si me preguntaba a mí mismo qué esperaba solo se me ocurría como respuesta seguir siendo su juguete, como intenté insinuarle. Encontraba cierto consuelo en que así fuera, en ser usado, porque mantenía las cosas en un nivel seguro. Aunque esa respuesta escondía algo que no quería admitir y deseaba ignorar.

Mientras intentaba dormir observaba las fotografías a mi lado donde Matías y yo estábamos juntos. Necesitaba entender qué debía hacer. Vicente una vez me preguntó si esa iba a ser mi vida. No lo sabía. Lautaro me preguntó si yo querría esa vida para Matías si los papeles estuvieran inversos. No pero me dolería ser dejado atrás.

—No vas a volver —murmuré.

Acostarme en su lado de la cama era lo más cerca que podía estar de él.

—No vas a volver —repetí con culpa.

¿Alguna vez esperé lo contrario? No estaba seguro.

Pensé en el piano y en el trabajo al cuál no renuncié. En Francisco diciendo que no era sencillo ser libre. En Lautaro que no sabía si era correcto irse. En sus padres que seguían en el vivero con un nuevo empleado. En mi sortija y las promesas que guardaba. En Vicente apiadándose de mí cuando tenía 17 años, mucho antes de que conociera a Matías.

***

En la biblioteca Benjamín hacía uso y abuso de su asistente. El chico, de nombre Nicolás, fue elegido por Vicente. Hijo de alguien, contó sin dar detalles. Tenía la misma edad que Lautaro y había abandonado su carrera dos veces por temas de estrés. Se le notaba que era una persona agradecida y humilde, características que no eran propias del hijo de alguien. Tal vez era un rescatado, como yo, a Vicente le gustaba hacer esas cosas.

Todas las chicas de la cafetería suspiraban por él, mitad por su apariencia y mitad por su personalidad dócil. Y un poco las entendía. Nicolás era una vista habitual en la cafetería porque Benjamín lo tenía de mesero personal y hasta para mí era complicado no mirarlo, tenía una cara bonita, siempre diciendo perdón o gracias.

Tratando de resolver el problema de mi ausencia como encargado, empecé haciendo una recorrida en el centro cultural y la cafetería, para dejar ver que existía. Me costaba mucho tratar de ser sociable y prestarme a conversaciones vacías, a no exaltarme con preguntas sobre mi vida. Las personas no lo hacían de malas o desconsideradas, tenía que retener con fuerza esa idea en mi cabeza y mentir. Y me tocaba mentir mucho. Cómo estaba mi vida, cómo estaba yo, qué había hecho en mis vacaciones, qué planes tenía para el fin de semana, si había visto tal serie. Para ellos, interesarse y extender las charlas era ser considerado. Me incomodaba y me dolía tener que inventar una vida que no tenía pero debía hacerme cargo de mi trabajo. Los profesores me conocían casi todos y eran un poco más cuidadosos pero aun así también me obligaban a inventar respuestas, anhelaban escuchar que mi vida estaba en orden... como si les cambiara algo.

Oculto en SaturnoWhere stories live. Discover now