Capítulo 26

315 65 18
                                    

El segundo día de la feria del libro fue igual que el anterior pero con un poco más de gente

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

El segundo día de la feria del libro fue igual que el anterior pero con un poco más de gente. Nuestros domingos eran aburridos por lo que cualquier cosa, incluso una feria del libro, era bienvenida. Aun así nuestro stand seguía sin llamar mucho la atención. Por la mañana medité la posibilidad de tomarme un largo almuerzo en casa de Francisco y así no desperdiciar su invitación. Pero mi plan se vio truncado con los rumores, que llegaban con insistencia, sobre el stand de la biblioteca, que, al parecer, se encontraba con una única persona para su atención. Di un par de vueltas a modo de control y pude confirmar que Benjamín había dejado solo a su asistente. Después de hablar con los profesores, dejé el stand de cultura para darle apoyo a Nicolás.

El abandonado empleado no se sintió cómodo con mi aparición, no porque rechazara ayuda, sino porque sabía que su jefe no me quería. Mucho menos apreciaría mi presencia en su territorio. Pero no importaba el escándalo que Benjamín pudiera armar cuando tenía los días contados. Me quedé junto a Nicolás que recelaba de mi compañía y me hablaba apenas lo necesario, recién después de un par de horas se relajó, cuando se dio cuenta que no tenía intenciones de hacer preguntas sobre la ausencia de su jefe. Podía entender que le preocupara estar en una situación comprometedora así que no mencioné nada respecto al trabajo. Al ser solo dos personas, nos turnábamos para ir a almorzar y tomar pequeños descansos. Con la visita a Francisco frustrada, el día se me hizo largo e interminable, y me debatía si quedaría mal ir luego de la feria. Sería tarde y estaría muy agotado por estar parado todo el día, dos días consecutivos, pero deseaba verlo aunque fuera un momento y me preguntaba constantemente si a él le pasaría lo mismo.

El stand era aburrido y poco concurrido, los que se acercaban lo usaban para descansar y leer lo que habían comprado. Miraba a mi alrededor y me ponía de mal humor, no había nada más que lo que la municipalidad ponía cada año. No se hacía ningún tipo de promoción, tampoco tenían proyectos, ni nada para contar o mostrar, un lugar pobre y sin agenda.

—¿Te gusta la biblioteca? —le pregunté a Nicolás a media tarde.

—Sí, es muy tranquilo. —Dudó sobre algo que quería agregar—. A veces me gustaría que fuera más gente.

Se aburría, como se aburría en ese stand, pero no quería decir nada negativo sobre su trabajo.

***

Justo antes de que se terminara la feria, Lautaro llegó en busca de charla, dio vueltas por el lugar y fue evidente que me esperaba. Imaginé que no quedó conforme con la conversación de la noche anterior y deseaba una charla más privada. Al cierre, personal de la municipalidad se encargaron de desarmar el stand, mientras que nosotros guardamos los libros en cajas para regresarlos a la biblioteca. Ante el abandono de Benjamín, aproveché la visita de Lautaro para tener ayuda. Entre tres no era mucho y con un solo viaje resolvíamos la devolución de los libros. Caminamos por la calle ya oscura escuchando a nuestro ayudante eventual hacer bromas sobre cómo era explotado.

Oculto en SaturnoWhere stories live. Discover now