primeros dias

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Era una mañana preciosa a pesar de estar en invierno y en las semanas que comenzaría a nevar con más constancia. La Arboleda estaba cubierta por una mínima capa de rocio que estaba empezando a congelarse, lo que las hacía ver brillosas ante el ojo de cualquiera que se detuviera a observarlas. El sol había decidido aparecer para iluminar los sectores nortes del castillo, creando una poderosa imagen en la que su estructura tallada a mano presumía su belleza.

Ya debían ser más de las ocho cuando el diplomático rizado se levantó sobresaltado por la tercer campana de la mañana. Su cabeza le latía hasta el punto de que sentia una vena latía en su sien.

Ignorando los dolores de su cuerpo se destapo para poder salir de la cama y corrió al baño para mojarse la cara. No lucia mal ya que había dormido bastante, aunque el en interior sentia cansancio y agotamiento, si fuera su decisión se quedaría toda la mañana en la cama descansando.

Se dio una ducha rápido sin desayunar y se dispuso a vertirse. Lo agobio el tener que elegir el que usar pues desde que había sido nombrado a las horas su armario se llenó de más de una prenda, antes solo disponía de su uniforme, pijama y ropa de descanso para sus tiempos libres. Opto por lo más sencillo que encontro; camisa común, suéter negro y una chaqueta polara zul claro ya que el siempre pasaba mucho frío y los típicos pantalones marrones con botas.

No sabía si realmente era correcto entrar por la puerta que daba directo a la habitación del principe o salir para entrar por la principal. Opto por la opción que le pareció más adecuada y salió de su habitación.

Espero alrededor de unos cinco minutos mientras se balanceaba con sus pies de adelante hacia atrás y con las manos en la espalda baja. El príncipe le abrio, primero sacó la cabeza para ver quien era y luego de fruncir el ceño termino de abrir.

Iba tan solo con un pantalon de tela fina atado precariamente a la cadera, dejando a la vista parte de la ropa interior y una remera manga larga fina blanca.

Tuvo que apartar la mirada cuando sus ojos sin permiso recorrieron al alfa frente a el dos veces. Nunca había visto un pijama tan revelador, si había llegado a ver a sus amigos en ropa interior por una fracción de segundo antes de que se pusieran un pijama adecuado que no dejaba a la vista casi ninguna porción de piel, pero nada se comparaba a la imagen que tenía frente a el.

——buen dia——lo saludo con voz ronca.

——buen día, príncipe.——inclino tan solo una cabeza porque sabia que el mayor no quería que hiciera una reverencia——espero no haberlo sacado del mundo de morfeo.

——es precisamente lo que hiciste——sonrio——pero esta bien, te dije que no me molestaba.——Harry asintio apenado——también te dije que podías usar la otra puerta.

—–no lo encontraba apropiado.

Louis rodo los ojos divertido y se hizo a un lado invitándolo a pasar. El ojiverde entró a la habitación con la mirada gacha para que no volviera a traicionarlo y espero a que el principe lo invitara a sentarse para hacerlo. Sus mejillas se tiñeron cuando su estomago gruño.

——¿no desayunaste?——le pregunto el mayor al mismo tiempo que tomaba asiento en la silla a su lado pero con un poco de distancia entre ambos.

——¿no se va a vestir?——pregunto sin haberle prestado atención; nervioso con la simple y escandalosa idea de que el principe planeara estar con el en la habitación con ese tipo de vestimenta.

Louis miró su ropa por unos segundos y luego llevó su vista hacia el omega de nuevo.

——siempre suelo quedarme en pijama por las mañanas cuando no tengo nada para hacer——le comento y no paso desapercibido para el cuando el menor llevo la mirada hacia las hojas que descansaban en el centro de la mesa para no tener que mirarlo a el—— pero si es incómodo para ti puedo cambiarme.

El reino (Larry Stylinson)Where stories live. Discover now