Cuentos de una seductora[Libro 1] Y Cuentos De Una Hechicera[Libro 2]

Capitulo 79

"¡Aria! ¡Salga! ¡Sabemos que estás ahí! " Un grito atronador llenó la caverna, haciendo que innumerables criaturas se movieran incómodas. "¡Sal, o te fumaremos!"

Me las arreglé para silenciarlos y callarlos antes de levantarme y caminar hacia la entrada de la caverna. Recién acababa de recuperarme de mi pelea con Bryson. ¡Me negué a reconocer a esa persona como Min! Los monstruos a mi alrededor se estaban organizando, pero aún no estaban listos para moverse. Además, estaba esperando reunir el resto de mis fuerzas.

Había recordado el resto. Muchos estaban cazando o explorando. También tuve que incluir a los que habían estado en el Laberinto durante su destrucción. Sería difícil para ellos dejar el Laberinto por la entrada principal ahora que estaba muerta. Una vez que Bryson se fuera, probablemente colapsaría la entrada, que era una práctica estándar en este mundo. Eso enterraría a los supervivientes en lo más profundo. Sin embargo, la entrada también estaba llena de gente y protegida.

Necesitaría tomar mis fuerzas y eliminarlas para liberar al resto de mi familia. Esto tenía el beneficio adicional de hacer que pareciera un desbordamiento, también conocido como inundación. Cuando un laberinto produce demasiados enemigos que la derrota del aventurero, terminan desparramados en oleadas, atacando los centros humanos más cercanos. Esto, por supuesto, solo puede ocurrir con los monstruos adjuntos no laberínticos, como los resultados de los criadores. Bryson había dicho que este Laberinto mostraba signos de esto, aunque en realidad eran de mis actividades, técnicamente no estaban mal. Les mostraría un verdadero desbordamiento.

"¡Esta es tu última oportunidad!" La voz retumbó de nuevo: "¡Sal y ríndete! ¡Tus trucos no funcionarán aquí! "

La voz que había llamado afuera fue una que reconocí. Era la voz de Héctor. Tomando una respiración profunda, ordené a las bestias y monstruos en la cueva que se contuvieran, y comencé a caminar solo. Cuando emergí de la oscuridad y salí a la luz, no vi demonios ni humanos, sino un contingente de elfos. Habían formado un medio arco alrededor de la entrada de la cueva. Todos estaban de pie, con los caballos atados a unos cincuenta metros de distancia para no asustarse. Había alrededor de un centenar de flechas apuntadas hacia mí, e incluso más armas desenvainadas y apuntadas en mi dirección. También noté a algunas personas con túnicas esparcidas por todas partes. ¿Eran estos magos? En total, fueron casi doscientos hombres armados contra una sola mujer. Llamar exagerado eliminar a una mujer sería quedarse corto.

Miré a través de la multitud, mis ojos aterrizaron instantáneamente en Héctor en el medio. Llevaba un traje elegante y una armadura, y tenía una espada en el costado. Ni siquiera era un espadachín, por lo que parecía más un tonto a mis ojos. Sin embargo, junto a Héctor estaba Baron. Tenía una expresión muy fea en su rostro como si quisiera estar en cualquier lugar menos aquí, sin embargo, su arma estaba claramente apuntada en mi dirección.

"¿Tú también, barón?"

Baron soltó una risa seca. "No seas ingenuo. Los demonios han puesto una bonita recompensa por tu cabeza. Ya no puedes correr al bosque y esconderte. ¡Se acabó el concierto! "

"Entonces, ¿me has estado siguiendo?" Yo pregunté.

"Hmph... tenías que saber que eventualmente descubriría lo que estabas haciendo. Te fuiste a este lugar casi todos los días. Me tomó un tiempo darme cuenta de lo que estabas haciendo, pero finalmente encontré y maté a uno de tus amigos goblin. ¿De verdad te las arreglaste para tomar el liderazgo de un grupo de goblins? ¿Pensaste que te protegerían? Patético."