Pensamientos de avión

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Narra México

—Sí, y muchas gracias por recibirme este tiempo en tu humilde mansión y por todas las atenciones.—Le digo a Francia mientras bajo la última maleta de su carro.

—No es nada, cuando quieras ya sabes que aquí tienes un lugarcito.—Me sonríe.

—¿Lugarcito?.—Eso no es un lugarcito en absoluto.

—Yo también le agradezco profundamente sus atenciones y su cortesía, señor Francia.—Rusia asiente con la cabeza.

—Ay, no me digas señor—Le responde con un tono exagerado—No fue nada, técnicamente yo sólo te llevé a casa, México hizo el resto.—Los dos me miran y Rusia me dedica una pequeña sonrisa. Hoy se ve un poquito menos pálido y con menos ojeras.

—De cualquier manera muchas gracias.

—Espero volver a verlos por aquí muy pronto.

—Yo jalo, luego nos ponemos de acuerdo porque ya va a salir el avión.

—Oui, oui, no queremos que lo pierdan, hasta pronto.

—Adiós.—Le decimos ambos a la vez.

Caminamos hacia el interior del aeropuerto, veo a Rusia de reojo, está mirando hacia todas partes y se ve un poquito tenso.

¿No quiere ir?.

¿Debería preguntarle? Es que si le pregunto y me dice "No, dice mi abuelita que siempre no, vete tú solo" no voy a saber cómo hacerle ahora para tenerlo cerca y vigilarlo. Pero no creo que sea muy ético ignorar que se ve incómodo.

Aunque tampoco sería muy ético que digamos dejarlo irse a su rancho considerando que eso literalmente puede llevarlo a la muerte. Nel, no le voy a preguntar, chance ya estando allá se termina de convencer.

—Después de tí, mi amigosky.—Le digo cuando estamos por abordar para que pase adelante. Él se sube, ya está trepado en el avión, todo salió bien.

Narra Rusia

México está leyendo un libro desde hace un rato, me dió la espalda y se puso a leer, al principio intentó conversar conmigo, pero no pude hacer una conversación normal con él, todo se sentía muy tenso porque estoy muy nervioso por este viaje. Así que después de un rato se rindió.

No entiendo del todo porqué me invitó y aunque trato de no hacerme muchas ilusiones es difícil para mí no pensar que quizá podría ser una señal de que siente lo mismo que yo.

Lo miro de rojo, ese libro debe ser muy bueno porque parece estar muy concentrado en su lectura, me asomo un poco más y veo que ya no está leyendo, se quedó dormido, lo cual me causa mucha ternura e inevitablemente sonrío como tonto.

Tomo el libro de entre sus manos delicadamente para no despertarlo, lo cierro y lo dejo en el asiento, es mejor así porque teniéndolo en las manos si se llega a mover podría maltratar las páginas y después no podría seguirlo leyendo.

A mí me gustaría estar dormido también, pero ya lo intenté y no puedo, la emoción no me deja dormir.

Ya quiero llegar y conocer su casa, ir a pasear por su país los dos, tener de esas caminatas al atardecer que se ven en las películas, lo sé, todo muy fantasioso y color rosa, pero cuando me gusta alguien así suelo ser, contrario a lo que todos pensarían me gusta ser muy romántico y hablando de eso, también quiero ver más películas juntos; dormir en su regazo como la vez anterior, se sintió como dormir en las nubes, bueno, nunca he dormido en las nubes, pero me imagino que algo así debe ser, tranquilizante.

Aún no sé con exactitud cuántos días podré quedarme, para ser honestos, el gobierno se encarga prácticamente de todo, no me ocupan mucho, regularmente lo único que hago es aprobar o rechazar propuestas que ellos hacen de cómo llevar el país, así que políticamente hablando no hay mucho problema, además de que hacía mucho que no me tomaba unas vacaciones, le preguntaré a México cuánto tiempo está dispuesto a tenerme aquí, y sea el tiempo que sea, estoy seguro que será maravilloso, estando con México todo es maravilloso.

Él se voltea y usa mi hombro como su almohada, me toma por sorpresa, pero me relajo de inmediato, paso mi mano suavemente por su cabello un par de veces antes de dejarla reposando sobre sus hombros.

Miro hacia la ventana, yo estoy del lado del pasillo porque México se empeñó en quedarse el lado de la ventana, pero aún así puedo ver un poco hacia afuera.

Si alguien me hubiese dicho que si me iba a la casa de Francia después iba a encontrarme a mí mismo suspirando por México jamás me lo hubiera creído, pero es que es inevitable, su carisma, el interés que pone en mí y su innegable talento a la hora de contar sus anécdotas harían caer a cualquiera, además de que no es para nada feo.

Todavía no puedo creer que estoy en un avión hacia su territorio, es más, todavía no puedo creer que me invitó a venir. Suspiro con una sonrisa y recuesto mi cabeza sobre la suya para intentar dormir.

—Rusia...—Escucho un pequeño susurro que me llama—Rusia...—Se vuelve un poco más fuerte—¡Rusia!.

—¿Huh?.—Me incorporo y me doy cuenta de que ahora sí me quedé dormido.

—Ya llegamos.—Por alguna razón sigue susurrando aunque ya estoy despierto.

—Ah, ¿Ya?.—Bostezo y miro por la ventana, lo que me confirma que ya aterrizamos y ya es de noche.

—Simón, ya vamos a bajarnos.

—No.—Me vuelvo a acomodar en el asiento, usualmente tengo algunos problemas para dormir así que es realmente confortante para mí poder dormir en paz, no me quiero levantar.

—Ya, no seas flojo—Me da un ligero golpe con su almohada de viaje—En la casa te duermes, mañana te voy a llevar a un lugar en el que apuesto que jamás has estado.

—¿A dónde me vas a llevar?.—Lo miro con interés y me levanto resignado.

—Es un lugar acá bien místico, hay música en vivo, restaurantes de diversos tipos de comida, tiendas de ropa vintage súper exclusiva, tiendas de accesorios excéntricos, tiendas de comida para preparar y gente muy amable que te halaga en cuanto te ven. Ah, y si sabes dónde buscar también encuentras animales exóticos y hasta brujos.

Proceso lo que me dice, no, definitivamente nunca he estado en algo similar.

—¿Y cómo se llama ese lugar?.

—Tianguis.—Me da un par de palmadas y camina hacia la salida.

¿Tianguis?, ¿Qué es eso?.

Anorexia (Rusmex)Where stories live. Discover now