Querida Estonia

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Narra México

Son las doce de la noche, Rusia se metió a su cuarto a las once, espero que ya esté dormido y que esta vez el vecino no lo despierte, abro la puerta con lentitud para no hacer ruido, pero no me funciona porque rechina, hago una mueca y me quedo quieto esperando escuchar algún ruido desde el cuarto de Rusia, pero no pasa nada, así que salgo, tengo los zapatos en la mano para estar más seguro de que no voy a hacer tanto ruido, camino a pasos grandes y sigilosos.

Logro llegar a la puerta del estacionamiento exitosamente, también la abro con lentitud, esta no rechina, salgo y abro el zaguán aún intentando no hacer ruido, aunque me falla un poco, espero que no se despierte, salgo en la camioneta y llego al hotel donde se está hospedando Dominique.

Estaciono la camioneta afuera del mismo para esperar a que salga, cuando lo veo cruzar la puerta inhalo aire con nervios, todavía me provoca esa sensación el hecho de verlo, es raro porque no me gusta sentirla pero al mismo tiempo sí. ¿Debería bajarme a abrirle la puerta o creerá que es demasiado raro? Ay, Dios, no lo sé, ¿Lo hago o no lo hago?, ¿Lo hago o no lo hago?.

En lo que lo pienso él llega, ¿Por qué soy tan lento? Me toca el vidrio con una sonrisa para que quite los seguros, que torpe, creí que ya los había quitado, los quito y él entra.

—Bonsoir.—Me da un beso en la mejilla, nunca lo había hecho, agárrenme porque me desmayo.

—Hola—Trato de disimular los nervios y mi sonrisa—¿Listo?.

—Listo.

—Vamos a ir a un bar, está chiquito, no hay mucha gente, algo tranqui, ¿Está bien?.

—Sí, claro, creo que es buena idea.

Narra Rusia

De nueva cuenta no puedo conciliar el sueño, si me pagaran por no poder dormir podría comprar la luna. México se volvió a salir hace como una hora y media, me siento mal por eso, siento que tiene que salir de noche porque yo estoy aquí y siente feo dejarme solo en el día. De seguro sus políticos no lo dejan tener tantitas vacaciones y nada más lo están hostigando así que tiene que interrumpir sus horas de sueño por mi culpa para poder ir con ellos.

Quizá soy un mal invitado, ¿Hasta eso hago mal? A ver Rusia, no empieces con esas cosas, si te pones triste vas a empezar a llorar y así menos vas a dormir.

¿Y si ahora sí hablo con Estonia? Abro su chat y escribo un hola, pero cuando estoy por enviarlo caigo en cuenta de que es demasiado tarde, aunque por allá ya debe ser de mañana pero mi cobardía me convence de que no es una hora apropiada para escribirle así que dejo caer mi celular en la cama. Además si volvemos a hablar podría darse cuenta de que tengo hábitos diferentes, no creo que eso vaya a gustarle mucho.

Tal vez sería mejor si le escribo una carta, así se me quitarán las ganas de hablar con ella sin tener que hacerlo directamente.

Voy al que México me dijo que era su estudio, no creo que le moleste si tomo prestado un bolígrafo y una hoja de papel, devolveré el bolígrafo en cuanto termine. Regreso a la habitación, me recargo en el buró mientras estoy sentado en la cama y empiezo a escribir.

"Querida Estonia, ¿Cómo estás? Hace mucho que no hablamos, sé que es mi culpa, fui yo quien te hizo a un lado, pero juro que no quería hacerlo, simplemente no tuve opción y honestamente a veces te extraño, en estos días he pensado mucho en tí y en cómo era todo antes entre nosotros, ¿Recuerdas cuando de niños nos comimos las últimas galletas de chocolate de papá y nos escondimos debajo de la cama intentando ocultar nuestro pequeño crimen? Ese día tuvo que hornear más y creo que nunca supo que fuimos nosotros los responsables de eso.

Anorexia (Rusmex)Where stories live. Discover now