No dijiste nada

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Narra México

Entramos a la gruta y cuando veo el lugar donde el hermoso, guapo, comprensivo, amable, agradable y divertido Dominique me besó ayer, no puedo reprimir mi sonrisa al recordarlo, nos casaremos por la mañana.

—¿Mex?.

—Ah, ¿Qué?.—Vuelvo a la realidad y miro a Rusia.

—Que si es la primera vez que vienes.

—Ah...—Miro por última vez hacia ese lugar antes de volver a dirigir mi vista hacia mi compañero—No, ya había venido varias veces antes, me gusta mucho aquí.

—Es muy bonito todo.

—Sí y está relax cuando no es temporada vacacional, en esos días no suelo venir.

—¿Se llena mucho?.

—Sí, bastante, por eso aprovecho el resto del año.

—Yo no soy mucho de viajar dentro de mi territorio, bueno, ni tampoco en el de los demás, pero en el mío mucho menos.

—No te gusta mucho salir, ¿Verdad?.

—La verdad no—Ambos nos quedamos callados un momento—Pero me gusta estar aquí... Contigo.

Me mira de reojo cuando lo dice, ¿Ora qué se trae este vato conmigo? Primero no podía ni verme pasar sin mirarme como si me quisiera matar y de la nada se puso muy cariñosito, es más, a penas ayer me dijo prácticamente que le doy asco. Bueno, recuerdo que Dominique me mencionó que eran normales esos cambios, aunque no deja de ser raro e incómodo para mí cuando me dice esta clase de cosas, nunca sé qué es lo que está esperando como respuesta.

—¿Por qué no te gusta salir?.—Le pregunto sin mirarlo, quizá ignorar lo que dijo siempre que no sé qué decir no sea la mejor técnica pero juro que no tengo una mejor. Escucho que suspira, creo que esperaba que le dijera algo más.

—No lo sé, sólo no me gusta.—Se encoge de hombros.

—Me acuerdo cuando eras un chilpallate, URSS los traía a tí y a tus hermanos del tingo al tango—Trato de recordar aquella época—Tú siempre fuiste muy inquieto, te encantaba correr de un lado a otro, te reías mucho y también eras medio gritón, luego hasta me dolía la cabeza.—Me río.

—Lamento eso.—También se ríe.

—Así son los chamacos, la mayoría. ¡Qué diferencia a como eres ahora!, callado, serio, luego hasta parece que ni estás ahí.—Digo sin pensar, caigo en cuenta de mi comentario después de hacerlo, a ver si no lo hago sentir mal o algo, hola Dios, soy yo de nuevo.

—Sí... Bueno, ya ha pasado mucho tiempo desde eso.—Me dedica una sonrisa fingida.

—Tienes razón.—Asiento.

—¿Te parece si volvemos al hotel? Estoy algo cansado.

Oh, no, creo que sí se enojó o se puso triste, tal vez no debí hablarle de URSS, ¡Ay, México! Tú y tu bocota.

—Está bien.—Respondo.

El camino de regreso es silencioso, es incómodo para mí, miro mi reloj, sólo pasamos tres horas juntos, es un avance considerando que ayer no quiso salir, pero pudo ser más tiempo si alguien (yo) no se hubiera puesto a hablar de temas sensibles y tristes. Bravo, México.

—Si necesitas algo puedes llamarme, ¿De acuerdo?.—Le digo cuando llegamos a la puerta de su habitación.

—De acuerdo, quizá te vea... Más tarde.

—Bien...—Asiento, él también y luego empieza a cerrar la puerta—Oye—Lo detengo antes de que la cierre por completo, él se detiene—No quería decir nada estúpido, lo siento, ya sabes que a veces soy medio menso, trato de evitarlo, pero a veces ni cuenta me doy hasta que ya hice las cosas, así que... Si dije algo malo de verdad lo siento, no era mi intención.

—No, México. No dijiste nada.—Me dice en un tono que no sé leer mientras su rostro se mantiene inexpresivo, ¿Eso es bueno o malo?.

Cierra la puerta detrás de sí después de decir eso, creo que es malo.

Narra Rusia

Cierro la puerta y me recargo en ella para luego deslizarme hasta quedar sentado en el suelo abrazando mis rodillas. Escucho que toca la puerta pero lo ignoro, lo hace un par de veces más y luego hay silencio, me levanto y me asomo por la mirilla, donde veo su ojo intentando ver hacia adentro. Ruedo los ojos y vuelvo a sentarme en el suelo.

—Rusia, al menos que seas un fantasma que atraviesa paredes sé que estás ahí dentro.

Nuevamente no respondo, recargo la cara en mis rodillas, después de unos segundos siento que también se recarga en la puerta y se desliza hasta sentarse, estamos espalda con espalda, separados por la madera de la puerta.

—No entiendo bien qué hice—Vuelve a hablarme—Tal vez en este momento no tienes ganas de decírmelo, pero si me lo dijeras después te lo agradecería para evitar volver a hacer algo similar.

Oh, claro México, ¿Qué te voy a decir?, ¿"Estoy triste porque cada vez que te hago un cumplido espero que me lo regreses pero simplemente cambias el tema o finges que no dije nada"? ¿O suena mejor algo como "Me siento como un idiota intentando hacer que te fijes en mí cuando claramente no tengo ninguna clase de atractivo y tú no tienes ninguna clase de interés en mí"?.

—Escucha...—Suspira—Sé que a veces tienes las cosas muy difíciles, también sé que eres sensible aunque intentes aparentar lo contrario y sé que me estás escuchando. Sólo quiero que sepas que no estás solito, a lo mejor piensas que sí, pero aquí estoy yo, a mí me importas Rusia y nuca he hecho nada con la mera intención de lastimarte, chance no es motivo suficiente para perdonarme por tener la lengua tan floja, pero al menos quiero que sepas que no fue con mala intención.

—No me lastimas.—Le digo finalmente después de aproximadamente dos minutos de silencio.

Y es verdad, no me lastima él, me lastimo yo mismo, me lastiman mis expectativas, yo mismo me hago ideas con él y me frustro cuando no las veo hacerse realidad. Y es algo por lo que no puedo culparlo.

Es que siempre tengo la misma pregunta en mi cabeza, "¿Me quiere?" Y a veces siento como que sí y otras como que no, y la duda me consume, me hace preguntarme si me hace falta algo o si me sobra alguna cosa, pero no puedo saberlo, ni siquiera tengo algún referente, nuca conocí a ninguna pareja de México y no ha mantenido ninguna relación romántica con otros representantes, o al menos nunca me enteré de que la tuviera.

A veces trato de confirmarlo haciendo lo mismo que hoy, le digo cosas lindas que no suenen tan directas esperando que me diga algo similar, pero no funciona, sólo las ignora y eso me hace pensar que intentar conquistarlo es una causa perdida.

—No soy tonto, Rusia. Bueno, la verdad sí soy medio tonto—Escucho que se ríe un poco—Pero no tanto, no exageres, sé que hice algo que te removió el corazoncito, como dije, no es necesario que me digas ahora qué fue, pero quiero que tengas presente que no lo hice a propósito.

—Sólo quiero estar solo.—Respondo.

—Bien—Suspira—Si me necesitas ya sabes qué hacer.

Siento que se levanta y luego lo escucho caminar, posteriormente percibo el sonido de su puerta abrirse y cerrarse.

Claro que te necesito, México. Necesito escuchar tu risa, necesito que me digas que me quieres, necesito sentir que te importo, necesito pensar que hay al menos alguien que me extrañaría si no estuviera aquí. Y no es tu culpa que no siempre cumplas mis expectativas.

¿Por qué nada me sale bien? No importa cómo haga las cosas, no importa si me esfuerzo o no, siempre obtengo exactamente el mismo resultado: Un fracaso contundente.

Tal vez esto sí es una causa perdida, tal vez yo lo soy, es difícil estar seguro de si vale la pena o no. ¿Ahora sí es momento de alejarme?.

Anorexia (Rusmex)Where stories live. Discover now