Detalles del accidente

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Narra México

Estoy en el restaurante esperando a Dominique, debió haber llegado hace veinte minutos, me preocupa porque siempre es muy puntual, en todo el tiempo que llevo de conocerlo, jamás ha llegado tarde, al menos no conmigo.

Saco mi celular para enviarle otro mensaje, es el tercero que le envío, pero ni siquiera le llegan, no quiero ser muy paranoico y hacerme ideas, probablemente se le fue la señal y ya, luego por acá falla mucho eso, a mí también se me va.

Todas las veces que hemos salido yo paso por él a la puerta de su hotel, pero me dijo que hoy quería que nos viéramos aquí, dijo que era una noche especial y se escuchaba muy emocionado, tal vez le dieron una buena noticia o algo así y quería celebrar conmigo, pero no llega el vato.

Ya me estoy aburriendo, a parte me da miedo que alguno de los que están aquí me tomen una foto y digan que soy un soldado caído o alguna tontería así. A la gente le encanta tomarle fotos a desconocidos haciéndose películas mentales que luego suben a Facebook o a cualquiera otra red social.

Cuando ya pasaron cincuenta minutos y tres flanes napolitanos desde la hora en que tenía que llegar le llamo por teléfono por segunda vez, me manda directo a buzón, ¿Me dejó plantado? Pero si estábamos bien, ¿No?, ¿O no?.

¿Y si le pasó algo? Dijo que ya venía para acá, ay, no, México, no te empieces a hacer ideas feas, esto debe tener una explicación que no sea ninguna de esas dos. Mejor lo averigüo.

Pido la cuenta para ir a su hotel o a ver si me lo encuentro en el camino, me levanto colocándome mi suéter y voy hacia mi carro, el cual enciendo y empiezo a conducir de regreso.

Hay un tráfico infernal, cuando llevo unos veinte minutos atrapado entre mil carros llego a un punto donde la carretera está cerrada, hay varias patrullas estacionadas, un hombre de chaleco naranja fosforescente hace señas para que los de los carros sepamos que debemos desviarnos, ya que justo ahí puedes seguir derecho o irte a la izquierda, así que todos tenemos que ir a la izquierda, que fastidio.

—¿Qué sucedió?.—Le pregunto al hombre bajando mi vidrio cuando llego a su lado. Me pego lo más que puedo a los letreros naranjas de advertencia para que el tráfico siga fluyendo.

—No seas metiche, hijo.—Dice sin mirarme.

—¿Eh?.

—Que no te metas en lo...—Voltea a verme y me reconoce—Disculpe, señor, no lo reconocí—Se pone pálido y habla nerviosamente—Es que hubo un accidente muy feo a unos trescientos metros de aquí, un tráiler perdió el control y chocó con un carro. Le dió una buena arrastrada al cochecito hasta que los dos fueron a dar contra un árbol de los grandes, el carro quedó en medio y quedó como lata apachurrada.

Como la carretera es recta puedo alcanzar a ver vagamente el accidente, no se ve casi nada pero aún así se nota que estuvo muy mal.

—¿Hubo muertos?.

—Bueno, hace rato que vinieron las ambulancias ambos estaban vivos, el conductor del tráiler tenía unos cuantos golpes y se le rompió el brazo, tuvo suerte porque casi no le pasó nada, pero el del carro sí quedó mal, con varios huesos fracturados, laceraciones especialmente en la cara y los brazos, estaba todo golpeado, la verdad yo no creo que se salve. ¿No quiere pasarse?.

Lo pienso un momento, en cuanto acabe aquí iré a buscar a Dom, no debo ser indiferente con mis ciudadanos. Asiento y el señor mueve los letreros para que entre con el carro, lo estaciono junto a las patrullas y me bajo, empezando a caminar al lado del señor hacia el lugar de los hechos.

—¿Y ya identificaron a los involucrados para llamarle a sus familiares?.

—No quisimos revisarles las bolsas por miedo a moverlos y lastimarlos más, los de la ambulancia se van a encargar de eso, ellos están capacitados y no van a empeorar las cosas. En los vehículos no estaban sus identificaciones.

—Bien... ¿Y no saben aún por qué el tráiler perdió el control?.

—Todavía no. El conductor estaba consciente cuando llegamos, pero no habló, no dejaba de llorar y repetir que había matado al del carro, le dijimos cientos de veces que estaba vivo pero como que no se la creía, estaba en shock, así que mejor lo dejamos en paz, la patrulla se fue atrás de la ambulancia, cuando esté más tranquilo los polis van a estar ahí, esperando su declaración.

—¿Cree usted que le vaya muy mal?.

—Pues si la familia del muchacho se pone las pilas sí lo van a meter al tambo un buen rato, aunque también depende, no han revisado bien el vehículo para ver si fue una falla de los frenos o algo similar, los peritos están por llegar, ya ellos dirán.

—Pues sí...—Nos quedamos callados.

Vuelvo a sacar mi celular para ver si tengo respuesta de mi Dom, pero aún no le llegan mis mensajes, hago otro intento de llamarle y me vuelve a mandar directamente al buzón diciendo que el número que marqué no está disponible. Bufo guardando el celular en la bolsa de mi pantalón.

Miro al frente, ya estamos muy cerca del lugar, como a diez metros, la caja del tráiler hace que el carro no se alcance a ver, hay varias personas ahí, policías principalmente, todos me miran sin saber muy bien qué hacer, si acercarse a saludame o ignorame y ya, yo sólo asiento mirándolos a forma de saludo. Tenemos que rodear el tráiler para ver bien lo que pasó.

Y entonces lo veo. Es el carro que Dominique había rentado para moverse con facilidad aquí en Querétaro, lo sé porque tiene colgado en el espejo el peluche de Shrek que le compré en una vez en un semáforo.

Jalo aire con mucha fuerza provocando el sonido de un grito ahogado, me tapo la boca con ambas manos, no, no, no, no, no. Esto no puede estar pasando, no es él, no era él, no puede ser él.

—Señor, ¿Está bien?—Escucho la voz del hombre, empiezo a escuchar un pitido muy intenso, de esos que sólo están en tu cabeza y nadie más puede escuchar, miro a todos lados, las imágenes se ven borrosas y confusas, siento mi corazón pesado, como si le costara mucho trabajo latir—¿Señor?.

Me desplomo de rodillas contra el suelo soltando un grito desgarrador que me lastima la garganta, siento mi cara caliente, las lágrimas ya están cayendo desde mis ojos hasta mis manos que me están cubriendo el rostro, no puede ser él, no quiero que sea él.

La gente se acerca, dos mujeres policías se arrodillan a mi lado y empiezan a hablar pero no puedo entender nada de lo que dicen, sus voces suenan distantes y muy distorsionadas.

—Tengo...—Tartamudeo—Tengo... Tengo que saber en dónde está—Las miro intentando calmarme—¿A qué hospital se lo llevaron?.

—Al hospital local, es el más cercano.

—Voy a buscarlo.—Me levanto para ir a mi carro.

—Señor, usted no se puede ir así, va a causar otro accidente—Una de las policías me toma por los hombros y me mira directo a los ojos—Yo lo llevo, pero por favor, trate de mantener la calma.

—¿Cómo voy a mantener la calma? Era él, señorita, era él.—Grito mientras continúo llorando, no puedo creer que esto haya pasado.

—Está bien, señor, no se calme si no quiere, lo llevaré, sólo no se mueva mucho, ¿De acuerdo? Si va usted muy intranquilo vamos a tener que quedarnos aquí hasta que esté mejor.

—¡¿Quedarnos aquí?!, ¿A perder más tiempo? Ni loco, vamos ya.—Me limpio las lágrimas aunque no sirve de mucho porque siguen saliendo muchas más.

La policía me mira con severidad, pero ablanda su semblante al verme en tan mal estado, me pone una mano en el hombro y empezamos a caminar hacia su vehículo, aún tengo la pequeña esperanza de que no haya sido él, tal vez era alguien más con un carro y un peluche igual, todo esto tiene que ser un mal sueño. Tiene que serlo, no puede ser real.

Anorexia (Rusmex)Where stories live. Discover now