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"It's dark but just a game
So play it like a symphony
You know that our love's the same
They'll both go down in infamy"

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París, Francia.

   En una mañana sin avistar ni un rayo de sol, la ciudad francesa nos acoge bajo el cielo de nubes grises y vientos helados. A estas alturas debería poder decir que me he acostumbrado a temperaturas tan bajas; la realidad es que no. Y pongo en tela de juicio el que algún día pueda conseguirlo.

No por nada me llamo Sol. Conocen el frío por ser lo opuesto a mí.

Por más capas de ropa térmica que me aplasten los huesos, siempre querré envolverme en una manta, pero no cualquiera, en una de esas que tienen un felino en posición de ataque como decorado. Esas no tienen comparación.

Le informo a mamá que ya dejé mis cosas en mi habitación, a lo que ella contesta con 'procura no atravesártele a las balas, Sol'. Blanqueo los ojos respondiendo con 'haré lo que pueda'. Sabiendo la diferencia horaria, y que ya debió volver a caer rendida, meto el celular a la mochila tirada en el suelo.

—Imagina follar con esta vista en frente—vocea Hunter desde el balcón de la que viene siendo, su habitación—. Tengo que romper la mala racha en este país, definitivamente.

Contemplo la famosa Torre Eiffel postrada en la cama, zambullida en el lío de sábanas chasqueando los dientes. A Hunter le importa más tener una vista más próxima al monumento que matarme de hipotermia.

—Imagina que te miren con binoculares desde allá arriba—digo, apuntando al pináculo con un gesto de la boca.

Él suelta una risa grave en la que pesco algo de narcisismo. Se remueve los rizos con las manos sin guantes volviendo a la recámara, cerrando la puerta de cristal de una patada.

—Diversión gratuita.

La puerta de la habitación se abre estrepitosamente, y por ella ingresa Lulú. El gorro negro de lana con pompón que le cubre la cabeza le hace ver incluso más baja, con ese abrigo de la talla de Hunter, parece una pre adolescente. Se acerca a la cama dando saltos, y me duele en el alma pensar en esto, pero, ¿por qué todos están tan contentos? Solo hace mucho frío y nos morimos de hambre.

—París, la ciudad del amor—canturrea, dando una vuelta sobre sus talones antes de caer sentada mi costado.

Hunter levanta un dedo hacia ella, enarcando una ceja con un brillo osado en las pupilas.

—La ciudad para hacer el amor.

Se me escapa un bufido de tinte amargo, apretando la cobija hasta hundir los dedos en las palmas de las manos.

—Estás como alborotado.

Con la misma expresión de regocijo, levanta una mano a su hombro.

—¿Tu no?

Alborotadas las avispas en mi estómago.

No quiero pensar en nada, ya he pasado el último año y medio pensando demasiado en todo. Podría llamar injusta a la vida pero no tengo fundamentos para eso, cuándo me ha demostrado todo lo contrario. Tengo todo para considerarme una mujer feliz y dichosa, una que estudia la carrera de sus sueños, en la universidad de sus fantasías, que convive con personajes excepcionales y trabaja de la mano de profesionales que no dudan en extender sus conocimientos. Estoy logrando todo eso que me propuse, a pulso, sin tocar ni un dólar que no me haya ganado por mí misma.

The Right Way #2 Where stories live. Discover now